Eduardo Vega
El arco del oprobio
El fallido puente peatonal que uniría Miraflores y Barranco
La semana pasada, la Municipalidad de Miraflores (Lima), anunció que el contrato de obra para la construcción del puente peatonal que uniría Barranco con dicho distrito había sido resuelto a consecuencia de los incumplimientos reiterados por la empresa contratista (INCOT); empresa que según se puede verificar en redes, no solo fue objeto de un Proceso Concursal Preventivo, por una posible quiebra; sino que además se encontraría involucrada en temas de corrupción con el cuestionado presidente Vizcarra.
Al margen de los antecedentes del contratista, lo que más llama la atención; es la falta de eficiencia y eficacia de los involucrados (Municipalidad, contratista, supervisores, Junta de Resolución de Disputas) para reconocer que la decisión adoptada (resolver el contrato) es el peor de los escenarios posibles, en lugar de priorizar la solución de los problemas que han derivado en el caos de hoy.
Lo único que se ganó fue la ejecución de una fianza por el 10% del valor de contrato (S/ 3.1 millones), junto con que miles o quizá millones de ciudadanos tenemos que pagar sobrecostos de tiempo y transporte durante más de seis meses adicionales a los originalmente previstos –si acaso son solo seis meses–, sin que nadie nos compense mínimamente por ello. Peor aún, ahora que vienen las fiestas navideñas y de fin de año, cuando el tráfico es más intenso.
Es más vergonzoso todavía que una semana después de haberse resuelto el contrato por incumplimiento reconocido del contratista, el mayor de los equipos involucrados en la ejecución de la obra –una grúa gigantesca– continúe estorbando el tránsito en una vía que conecta dos importantes arterias de la capital (Vía Expresa y Costa Verde), como si se tratase de un mensaje extorsivo, de quien fue anunciado como responsable de la paralización de la obra por intentar cobrar precios abusivos.
¿Acaso el contratista es tonto para pactar precios por encima de los señalados en el contrato?, ¿Cómo es posible que la subcontratación de las actividades más trascendentes pasó por agua tibia? Es de resaltar que el contrato de obra de la licitación prohíbe la subcontratación no autorizada, así que ninguno de los involucrados puede decir que no sabía del problema a la vista. ¡Algo huele mal en Miraflores!
Si ocurriese una eventualidad como esta, en una provincia alejada, donde la presencia de profesionales con experiencia técnica, legal, o de gestión; resulta un factor difícil de cubrir, o donde no es fácil encontrar proveedores alternativos, quizá podríamos entender -no justificar- que se llegue a estos extremos; sin embargo, que haya ocurrido en la capital, y en un distrito donde no debería escatimarse el gasto para buscar soluciones razonables, no hace sino humillarnos como ciudadanos, profesionales y autoridades según corresponde.
Así pues, mientras en París existe una hermosa construcción que conmemora la victoria de una batalla para la defensa de Francia, en Perú tenemos un horrible arco celeste que nos recuerda el alcance de una cultura acostumbrada a anteponer el conflicto, u otras cosas; a la capacidad y el buen criterio para resolver problemas.
Esperemos que el nuevo “adorno” de la ciudad se pueda terminar en los próximos 6 meses, para que al menos puedan ser los ciudadanos quienes podamos disfrutar de la inversión. De momento, tenemos una estructura para que las hormigas y los roedores puedan cruzar la quebrada sin riesgo de ser atropellados.
Por ahora solo queda pedir al Alcalde de Lima que sea firme y, si es posible, llame al ejército para que saque esa ominosa grúa, junto con los demás estorbos de la vía, cobrando por supuesto dichos costos a sus propietarios. Los ciudadanos no tenemos por qué pagar el almacenaje y seguridad de un bien que a todas luces debe costar mucho dinero mantener y resguardar en cualquier otra parte.
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