Cesar Gutierrez
El apetecido Fonafe
Se apunta hacia puestos de trabajo y no a hacer una buena gestión
Ocupa titulares en la prensa económica la renuncia de la directora ejecutiva del holding empresarial estatal Fonafe, Lorena Masías, de amplio recorrido en la administración pública. Según ha referido la renunciante, desde la cartera de Economía y Finanzas (MEF), conducida desde agosto pasado por Kurt Burneo, se le pidió que líe bártulos. Lo que ha llamado la atención es el nombre que ha trascendido del potencial nuevo designado, el efímero ministro del Interior Luis Barrenzuela, cuyos pergaminos académicos y de experiencia laboral son insuficientes para ocupar el cargo.
El Fonafe tiene a su cargo la titularidad de acciones de las empresas bajo su ámbito, y como tal tiene la facultad de nombrar a los directores que gestionan a 35 sociedades estatales. Por los antecedentes del Ejecutivo, en él prima el interés del copamiento de cargos y no de hacer gestión; basta ver las designaciones ministeriales, donde abundan personas ajenas al sector que se les encomienda. No me imagino a este gobierno tener siquiera identificado que se necesita un cambio de rumbo para ganar en eficiencia, que se necesita con urgencia
Fonafe es una entidad que desde su creación, en 1999, ha cumplido en rol de celador del gasto e inversiones, así como de ser ventanilla recaudadora de los resultados que generan las empresas a su cargo. En el ADN institucional hay un sentimiento de privatizador frustrado que añora el período 1992-1997, en el que se transfirió al sector privado un conjunto de activos que estaba en manos estatales.
Su pecado original no ha permitido que la gestión empresarial estatal sea óptima y ha regateado inversiones. Así, las 11 empresas distribuidoras de electricidad que gestiona han tenido serias limitaciones en el reforzamiento y construcción de redes de transmisión secundaria, mientras que cuatro de las cinco generadoras de electricidad de su propiedad se han quedado anquilosadas en el tiempo.
En la generación de electricidad, un caso que amerita un manejo fino y decisión firme (para evitar pérdidas mayúsculas) en su rol de comercializador es Electroperú, que tiene un excedente de energía adquirido a precio alto por mandato gubernamental y que vende por debajo del costo. No se ha escuchado nunca una posición de los gestores del holding para una situación tan particular.
De otro lado, a empresas como la responsable de la promoción de exploración y explotación de hidrocarburos, Perupetro, con las limitaciones de inversión que tiene, no les queda sino ser espectadoras de cómo el atractivo internacional para que vengan empresas a realizar prospección se reduce a mínimos insostenibles.
En el sector salud, la dirección del holding ha puesto metas de superávit en los planes presupuestales anuales a EsSalud, donde las carencias son elevadísimas. Un despropósito sin razón alguna.
En el sector bancario se tiene el caso del Banco de la Nación, al que se autorizó en el 2013 la construcción de faraónico local principal, pero cuyas necesidades de innovación tecnológica para brindar un servicio eficiente están postergadas desde hace años.
En resumen, se necesita tener un Fonafe con otra mentalidad, proactivo para maximizar los resultados netos de las empresas a su cargo, a la vez que brinden buen servicio. Para que esto ocurra se necesita profesionales con alta formación académica, experiencia y compromiso con el Estado. Eso no es lo que está planteando este gobierno al echar a la directora ejecutiva.
El MEF preside la corporación y en su directorio participan otros ministros de Estado, dentro de los que está el Premierato. Siempre fue la cartera del jirón Junín la que llevó el liderazgo; pero en esta oportunidad todo indica que no es así, y que desde Palacio se dan instrucciones para un manejo político y no técnico.
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