Educación en UCI, y van 25 ministros en este siglo

Acabamos de asistir al octavo cambio de ministro de Educación en este gobierno, que inició su gestión, desde el 29 de Julio a la actualidad, dialogando con una maestra su expresión fue “…Waooo, rompimos otro récord mundial. Eso explica por qué estamos como estamos en educación en el Perú”.

Lo que pasa en el sector educación me hizo acordar lo que dice Sigmund Freud y la psicología hoy en día sobre el chiste, que afirman que es una forma de transgredir costumbres, creencias y formas de pensar. En el Perú se ha llegado a pensar que cambiando ministros arreglamos la situación de la gestión en cada sector. De seguro el chiste que presentaré a continuación va a generar incomodidad en algunas personas, pero considero que los ciudadanos de a pie necesitamos liberar nuestras tensiones y frustraciones y generar placer para vivir en un mundo lleno de tensiones.

Muy pequeño contaban un chiste en mi familia, acerca de un ciudadano que transitaba cerca de un recinto de salud mental, y comenzó a escuchar en su interior que los pacientes gritaban a viva voz siete, siete, siete… la persona no pudo más con su curiosidad para enterarse que pasaba dentro del recinto de salud mental, así que subió al muro que servía de cerco al recinto para saber que pasaba dentro, cuando alcanzaba la parte superior del muro recibió un porrazo que le hizo caer…los pacientes al interior comenzaron a gritar ocho, ocho, ocho.

Hoy vemos en el sector educación que desde el 2011 a la fecha tenemos que han pasado 18 ministros en la gestión. Y que han ido saliendo porque los ciudadanos cansados de tantas narrativas, promesas y discursos reclaman cambios en un sector que debe formar a los futuros ciudadanos que lideren y guíen al país a ser una nación desarrollada capaz de brindar a sus ciudadanos calidad de vida, respeto a su tierra y territorio, donde los derechos a la diversidad sean respetados y defendidos, fortaleciendo todas sus manifestaciones: cultural, lingüística, social, económica y biológica.

Nuestra sociedad reclama gestiones que tengan continuidad, pero con planes y programas que respondan a las necesidades más urgentes referidas a los aprendizajes de calidad en todos los niveles educativos, mejoramiento de las infraestructuras y condiciones de educabilidad, maestros mejor capacitados y con mejores desempeños, gestores y líderes comprometidos con el crecimiento de sus instituciones respetando el marco de la ley y vinculadas a sus entornos en lo relacionado a los emprendimientos, inserción de los egresados en diferentes niveles y modalidades en el campo laboral y productivo, familias comprometidas con la educación de sus hijos y el involucramiento de la actividad privada en el marco de su responsabilidad social.

Parece que nuestras autoridades no son conscientes que el sector educación es la empresa más grande que tiene el país, en donde de acuerdo con información del Censo Educativo del Ministerio de Educación (Minedu), al 2023 se registraban 68,957 locales educativos a nivel nacional de los cuales 55,293 eran públicos y 13,664 eran privados, con 9’412,823 estudiantes en la Educación Básica, 628,184 en la Educación Superior no Universitaria. Asimismo se tiene 593,961 docentes de la Educación Básica y 30,183 en la Educación Superior no Universitaria.

Nada de lo mencionado será posible si no contamos con gestiones continuas y sostenidas que apliquen planes y programas contextualizados, con líderes capaces de enfrentar este mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo. Líderes e instituciones con la suficiente autonomía y capacidad para transformar la educación e impactar de manera positiva nuestra realidad marcada por su diversidad pluricultural, multiétnico, social y lingüística. En el gráfico siguiente podemos apreciar como el Perú se ubica como uno de los países con mayor cantidad de cambios ministeriales del sector educación.

En el cuadro anterior podemos apreciar como a nivel Latinoamericano, el Perú se ubica entre los países en el que la continuidad de los ministros de educación en su cargo es de muy corto tiempo con alta rotación de funcionarios.

Para ir concluyendo, requerimos de una práctica educativa que permita la formación integral de los estudiantes considerando sus identidades, características y necesidades particulares. Asimismo, transita hacia la formación de ciudadanos interculturales, capaces de desterrar de sus cotidianos de vida estereotipos, prejuicios y toda práctica discriminatoria, que les permiten contribuir al respeto, el entendimiento y la solidaridad entre individuos, entre grupos étnicos, sociales, culturales y religiosos y entre naciones.

Finalmente no solo es importante la continuidad de los gestores y líderes en cada dirección de un sector del ejecutivo, también es fundamental la continuidad y cambios en las políticas públicas en educación y sus procesos de implementación, en la realidad concreta. Necesitamos una gestión que haga un uso racional de los recursos y con capacidad para conducir un proceso de descentralización y recentralización en la educación pública y privada, en donde el rol del estado permita mantener la estabilidad en el sector educación.