Carlos Adrianzén
Dina en Davos
Cuando se recauda más a como dé lugar, la inversión privada se estanca
Existen pocas cosas menos patéticas que las críticas infundadas. En los últimos días, en medio del viaje de Boluarte, no faltaron encuestas callejeras, congresistas aniñados, dizque expertos en viajes presidenciales y hasta destacadas anclas de programas periodísticos que hicieron gala de inusual necedad. En su desesperación por entretener al público se olvidaron del más elemental sentido común y criticaron cándidamente a la presidente por asistir al enésimo té de tías del Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
La presidente no va a brillar en Suiza. Solo va para vender a ese foro de mercas y burócratas globales. Y si va… solo puede ir a decir que somos casi tan atractivos y enrumbados hacia arriba como lo fue España en los días del caudillo. Nadie va a Davos a llorar, ni a contar sus dramas. Y –merece destacarse– pocos tienen las agallas de Javier Milei para burlarse de los organizadores del té.
Claro, cada año va algún personaje notable de rigor, un economista, como keynote speaker, un actor o un magnífico animador global. Y para ese rol, nuestra presidente aún no parece capacitada. Sí. El Foro está lleno de mercas y de burócratas globales y por ello, algunos recomiendan asistir en modo ventas. Por ello, críticos locales… ubíquense.
Pero, por favor, señora presidente, no se la crea…
Aunque crezcamos por encima del promedio de la alicaída Latinoamérica, y los técnicos del BCR estén dando la talla (al cumplir su meta inflacionaria y al registrarse una brecha en la cuenta corriente de la balanza de pagos cercana a su equilibrio) estamos enrumbados al estancamiento.
El PBI crece apenas un punto más que la población, y el gráfico 1 contrasta que la responsabilidad, o austeridad fiscal peruana, ya es cosa del pasado. Y el deterioro del déficit fiscal se muestra fuera de control.
Parece que usted apuesta por gastar por encima del pueblo y con los peores indicadores de calidad de gasto (léase: gobernanza estatal).
La irracionalidad es adictiva
Recuérdelo bien. La opción de gastar mal, y endeudarnos y llenarnos de impuestos, además de ser algo adictivo, nunca la va a hacer popular, ni querida por el pueblo...
Y aunque la izquierda limeña y provinciana le hayan hecho creer esto, esa visión es pura narrativa. Es decir, ficción. Le pedirán cada día más y les incumplirá cada vez más. El gasto obedecerá a su propia irracionalidad (ver figura 2). Sí, como le sucedió a Toledo, Humala, Sagasti, Vizcarra o Casillo. No le voy a recordar a dónde terminarán todos ellos. Allí hace frío y hasta los toquetean.
Dina como una piñata
Tenga en cuenta que, desde el exterior de su entorno temporal –y también dentro–; y mientras detente poder, la confundirán con una piñata llena de caramelos y prebendas. El gráfico 3 no es una casualidad. Todos quieren gastar: coaliciones congresales (amigas y enemigas), ministros, viceministros, directores generales, directores de empresas estatales, alcaldes, gobernadores, jueces o fiscales y también, medios de comunicación, oenegés, iluminados, etc. Cuanto más pobres, influyentes o corruptos, la golpearan con mayor persistencia o dureza, para obtener algo. Rodearán a sus amigos y parientes para embaucarlos y luego acusarlos.
El abuso fiscal destruye
Quizá lo peor de lo que usted no debería olvidar (que hay demasiado trabajo pendiente), implica que usted crea esa barbaridad que somos un mendigo sentado en un banco de oro. Y que somos. dígase, riquísimos. Las cifras contrastan lo pobres que somos y lo prostituido de nuestra institucionalidad. Creer en la ilusión de la ampliación de la base tributaria en el corto plazo cae en el rango de opciones administrativa y económicamente estúpidas (ver figura 4).
Cuando usted recauda más a como dé lugar, la inversión privada se estanca. Y con ello la pobreza explota. Enfóquese en gastar inteligente y decentemente y no hunda a la minería y a la agroexportación con mayores cargas tributarias.
No busque otro, mejórelo
Si su ministro de Economía ya le cae mal porque nada-nada-nada le sale bien, recuerde que esto es así porque usted es también una piñata política para los congresistas y también porque usted le pide barbaridades económicas. No necesita un ministro nuevo. Párchelo. Si dice algo sensato… apóyelo. Si no, guapéelo (a él le gusta). Si esto no fuera así sería profesor de macro.
Por otro lado, tenga en cuenta que un ministro nuevo se esforzaría por ceder y mantener su puesto a como dé lugar. Y esto, créalo, es lo último que necesita.
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