Juan Sheput

Dina Boluarte o el gobierno a la deriva

Reconstruir el gabinete con ministros que sí sean representativos y de ancha base

Dina Boluarte o el gobierno a la deriva
Juan Sheput
13 de enero del 2023


Recoger datos, buscar elementos comunes, construir información a través del análisis son los elementos básicos para la decisión de inteligencia, núcleo de la decisión política. No hay inteligencia si no se toma en cuenta la información. Hay inteligencia cuando, como consecuencia de la información brindada, se toman decisiones.

La presidenta Dina Boluarte no solo no ejerce ningún tipo de liderazgo, en su gobierno tampoco hay inteligencia. Como señaló ella misma en la difundida entrevista a Enrique Patriau, decidió despedir a Juan Carlos Liendo porque le dio información incómoda respecto a los movimientos en el sur del país. Al mejor estilo medieval, no le gustó lo que le decía el mensajero y ordenó que le cortaran la cabeza. Los resultados saltan a la vista. El desorden violento a nivel nacional es la medida de su error.

Pero no es el único error. Descuidar el diálogo anticipado con las regiones que protestan es otro. Preferir enviar en el Año Nuevo a su presidente del Consejo de Ministros a una inútil visita a Brasil es otro. Si algún viaje tenía que hacer Otárola en ese momento era a Puno y Cusco, no a Brasil. Asimismo permanece con el discurso ambiguo de no precisar la fecha del adelanto de elecciones, haciéndole el juego a parlamentarios absolutamente irresponsables que insisten en quedarse hasta el 2026, con un discurso que a estas alturas es provocador.

Por otro lado, continúa la ineptitud política. De ello doy solo dos evidencias. La primera, coger las banderas de una derecha desprestigiada y convertirla en aliada, con lo cual cae en el juego de la polarización de la izquierda radical, que por estrategia necesita de un enemigo. La segunda, insistir en responder a las exigencias de renuncia con un “no renunciaré a la presidencia”, lo cual no es ningún acto heroico sino desafiante. En el primer caso hay que convertirse en el presidente de todos los peruanos. En el segundo, simplemente no contestar.

En este drama también tiene gran responsabilidad el Congreso. No tiene ninguna representatividad ni legitimidad. Como conversaba con periodistas puneños el pasado lunes, ni uno solo de los 130 parlamentarios sería aceptado en un proceso de negociación, diálogo, intermediación en la región Puno. Lo mismo sucede en Cusco, Andahuaylas, Arequipa. La función de representación no existe con el actual Congreso.

Lo mismo pasa con el Ejecutivo. Ministros intrascendentes en lo político envían a los viceministros a dialogar. Como es obvio, resultan ninguneados. Nadie los acepta, en las regiones en conflicto, como interlocutores válidos. Así es muy difícil llegar a algún tipo de consenso. Es la quiebra total de las instituciones.

¿Se puede hacer algo? Sí. Reconstruir el gabinete, conformándolo con ministros que sí sean representativos y de ancha base. Convocar a las iglesias, empezando por la Católica y Evangelista que sí tienen predicamento en las regiones convulsionadas. Asimismo, a las nuevas autoridades, regionales y municipales. Elaborar un tejido, magro, que sirva para buscar el diálogo. Es lo mínimo que se debería hacer.

Juan Sheput
13 de enero del 2023

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