Alejandro Muñante

Diferentes países, el mismo plan de subversión

Vasallos de la progresía avivan la chispa para incendiar la pradera

Diferentes países, el mismo plan de subversión
Alejandro Muñante
18 de junio del 2020


El comunismo vandálico no cesa en los Estados Unidos. Y a la ola de actos delincuenciales (bajo la fachada de las "protestas") que buscan desestabilizar y pervertir el orden establecido, se suma ahora una fatal obsesión por reescribir la historia y borrar todo vestigio del patriotismo del pueblo norteamericano. Y para ello no se les ocurrió mejor idea que destruir y profanar monumentos y esculturas de personajes históricos; como la estatua de Cristóbal Colón, en Miami por ejemplo. 

Pero estos intentos brutales de revisionismo histórico bajo un enfoque totalitario y progresista de la izquierda radical no son nuevos en el continente americano. Recordemos que en Chile, cuando se desarrollaba el caos y la violencia generalizada a finales del año pasado, los subversivos atentaron contra patrimonios de gran valor histórico, como el monumento al general Manuel Baquedano y al soldado desconocido, en la Plaza Italia; y como no, el monumento de piedra a Cristóbal Colón en Arica, entre otros. Las iglesias cristianas tampoco fueron ajenas a estos desmanes.

Haciendo un paréntesis, quiero advertir que en nuestro país, aprovechando todo este desmadre en la primera potencia del mundo, no tardaron en salir opinólogos y periodistas que intentan avivar la chispa para incendiar la pradera. Esos vasallos de la progresía imperante creen que destruyendo la estatua de Cristóbal Colón en el paseo Colón y la de Francisco Pizarro en el parque de la Muralla, ambos en el Cercado de Lima, van a ser más indigenistas y menos colonialistas.

Ahora bien, toda esta devastación comunista, que goza de impunidad por parte de las autoridades timoratas y que cuenta con el beneplácito de la prensa servil, no es otra cosa que la ejecución perfecta de un plan ideológico que busca desarraigar a la nación de su identidad, su creencias y su cultura, para y avivar anacrónicos resentimientos y divisiones que, bajo un discurso político, pretenden subvertir la sociedad y reformarla según los ideales marxistas. Para lograr estos oscuros propósitos se valen de legítimas demandas sociales para asegurarse los tontos útiles funcionales a su causa. 

Así que el plan de subversión es el mismo: sea en el país que fuera o la causa que sea, los comunistas no desaprovecharán ninguna oportunidad. Donde haya un conflicto allí estarán, y si no lo hay, se lo inventan. Cuídese de no ser funcional a sus intereses. 

Lo bueno de todo este mal, es que son muy evidentes, y son ellos mismos quienes se encargan de dejar sus huellas en cada destrozo que realizan, cual delincuente que marca su territorio o terrorista que se adjudica un atentado. Y eso hace que estas líneas tengan mayor respaldo.

Alejandro Muñante
18 de junio del 2020

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