Designios de la vida

El presidente Martín Vizcarra ha sido objeto de críticas muy duras por intentar desarrollar una reflexión luego del lamentable fallecimiento de Eyvi Ágreda, la joven que fue quemada por un compañero de trabajo que se volvió acosador y asesino. “Nos sentimos muy apenados. A veces esos son los designios de la vida y tenemos que aceptarlos”, indicó el presidente. El congresista Alberto de Belaunde reacciona y sostiene que “la violencia machista no es un designio de la vida”; y Verónika Mendoza, que “A Eyvi la mató el machismo en el Estado y la sociedad”. Los medios de comunicación adversos al Gobierno levantaron tales declaraciones para generar más desconcierto, intentando presentar al presidente como una persona indolente, descorazonada y fatalista.

¿En verdad lo expresado por Martín Vizcarra tiene una carga de resignación como se quiere hacer creer? ¿Es el presidente tan frío frente al dolor que conmueve al país? Por supuesto que estamos consternados por lo sucedido con Eyvi Ágreda. Claro que existe un deliberado machismo en toda la sociedad y que la burla es el pan de cada día. La violencia que ocasiona muertes nos enferma, pero también aquella que también viene de las bocas viperinas. Sin embargo, los dichos a manera de estribillo callejero, que tratan de esconder una malévola intencionalidad, para quedar bien con las masas confusas y desorganizadas, tampoco ayudan. Por el contrario, generan enfrentamientos y confusión, sin dar lugar a la reflexión sosegada y sana.

La frase del presidente ha servido para que el ateísmo militante ataque al pensamiento arraigado en un gran sector de la población: “hágase tu voluntad”, que los cristianos repiten (hasta de paporreta) cada vez que se inclinan ante el Dios de la Creación (con mayúscula, por ser un evento único).

¿Ha sido la voluntad de Dios que Eyvi fuera atacada de manera tan cruel? Para los creyentes, la Creación no es un capricho divino, sino todo lo contrario. Dios instauró distintas leyes para que el universo pueda gobernarse, sin dejar nada al azar ni a la casualidad. Las leyes físicas para el reino material, las leyes biológicas para el reino vegetal, las leyes del instinto para el reino animal y las leyes morales para el hombre. Y todo esto es un asunto de absoluta fe.

El hombre se hizo desobediente, irresponsable y necio. Desatiende las leyes morales que deben apaciguar su naturaleza pecaminosa. Escoge la maldad y el comportamiento desordenado y libertino. Su “ilustración” distorsiona, mediatiza y relativiza la verdad. Se regocija con su razonamiento propio. Evade sus responsabilidades. Le echa la culpa a otros de sus fatalidades y de las injusticias. Promueve la ignorancia y la confusión con pensamientos “novedosos” que lo alejan del orden natural de la Creación.

“Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29).

La reflexión del presidente Vizcarra es parte de la gran discusión entre dos posiciones antagónicas: el libre albedrío y el designio. El primero, relacionado con la libertad del hombre como fuente de todas sus decisiones, más para mal que para bien. El segundo es la creencia de que todo ha sido diseñado por Dios de tal manera que el hombre no está en capacidad de modificar esos designios divinos. Fuente de un fatalismo extremo que puede restringir el impulso innovador del hombre y las ganas de hacer y deshacer todo lo que puede. ¿Para qué, si ya todo está decidido?

¿Quién, entonces, mata diariamente al hombre?