Jorge Varela

Democracia, totalitarismo e inteligencia artificial

“La democracia es una conversación y debería ser entre humanos”

Democracia, totalitarismo e inteligencia artificial
Jorge Varela
08 de octubre del 2024


¿Democracia o totalitarismo? ¿Estado democrático o Estado totalitario? Es sorprendente que después de valiosos aportes culturales, éticos e ideológicos y del desarrollo histórico acumulado, la humanidad continúe escarbando para hallar la respuesta a estas preguntas gigantes que la persiguen por siglos. Pareciera que hemos aprendido muy poco y estamos anclados en el mismo escalón donde nos dejaron los filósofos presocráticos y sus herederos. 

 

Oscurantismo antidemocrático

¿Cuántos textos se han escrito en torno a la temática referida? Quizás demasiados en el largo período que va antes de Atenas al presente confuso; tantos que las bibliotecas están atiborradas de ediciones que permanecen sin ser leídas, páginas y páginas sueltas y amarillentas que esperan su rescate para convertirse en faro de intelectos dormidos que podrían despertar y aportar al nacimiento de una nueva aurora democrática. Nunca será tarde para emprender esta tarea y terminar con el oscurantismo antidemocrático que afecta a millones de seres en el planeta.

 

Estado de derecho, democracia y Estado totalitario

La democracia está unida al Estado de Derecho, una estructura normativa esencial en cualquier sociedad organizada que aspira a la libertad y la justicia. Muchos piensan si acaso esta doble expresión conceptual es solo un pleonasmo, porque existen Estados donde se desconoce la vigencia del derecho o él no rige de modo equitativo. En muchos casos su imperio favorece únicamente a los detentadores del poder y no a la mayoría ciudadana.

En consecuencia, es posible distinguir dos tipos de Estado: uno donde prevalece la norma jurídica y se aplica a los ciudadanos sin discriminación, garantizándoles así una convivencia justa y armoniosa, y otro en el cual los líderes o gobernantes actúan arbitrariamente según sus propios intereses y caprichos, sin tener en cuenta las instituciones ni los derechos básicos de quienes forman la sociedad. Este segundo tipo no puede ser considerado un verdadero Estado de Derecho. La diferencia radica pues, en cómo se ejerce el poder y cómo se protege a todas las personas dentro del marco jurídico-institucional.

 

Democracia e inteligencia artificial   
“La democracia es una conversación y debería ser entre humanos”, dice Yuval Noah Harari en Nexus, su último libro. “Una IA nunca debería hacerse pasar por un ser humano”.

Pero si los ciudadanos no son capaces de conversar y entenderse entre ellos, -pues se comportan como enemigos-, los ordenadores y redes tecnológicas detentarán todo el control de la información y las democracias desfallecientes comenzarán a desmoronarse y caerán al barranco de la historia.

En un escenario convulso como este, ¿qué perspectivas se avizoran? ¿La democracia liberal será conciliable con la IA o perecerá atrapada entre redes, chatbots y códigos?, ¿podrá subsistir junto a esta tecnología absorbente y controladora? Según Yoshua Bengio, -catedrático canadiense conocido por sus estudios en aprendizaje profundo-, “si piensas racionalmente, no hay forma de negar la posibilidad de resultados catastróficos cuando alcancemos un cierto nivel de IA”. “Hay niebla frente a nosotros (…) Y puede haber un paso muy peligroso” (Premio Turing 2018, entrevista en revista Live Science). 

Esta tecnología en expansión puede conducirnos a una realidad desconcertante, catastrófica y terrorífica, en la que el poder ya no lo ejercerán los seres humanos, pues estará bajo vigilancia de la IA: un agente no-humano que si no es regulado, abrirá las puertas a esa dictadura global siniestra que algunos desalmados persiguen desenfrenadamente con obsesión y maldad.

Y el alma, ¿dónde ha quedado el alma humana?, es la pregunta que refleja y resume la inquietud mayor del filósofo neerlandés Rob Riemen, autor de El arte de ser humanos.

 

Hay nieblas totalitarias

¿Podrá entonces, la inteligencia artificial generativa contribuir a la superación del totalitarismo contemporáneo? ¿Podrá un montón de ordenadores, algoritmos dinámicos y programas informáticos ayudarnos a construir un sistema humanista de convivencia más libre y justo? ¿Podrá la IA revitalizar la democracia? ¿Podrán los ‘humanos digitales’ compartir con ‘robots rebeldes’ y comportarse como seres sociales en un mundo no-democrático? 

En esta área específica podría ocurrir un match de proporciones ilimitadas, un encuentro-desencuentro clave y trascendente entre la IAG y la autonomía de las personas, entre los robots y máquinas programadas que evolucionarán, probablemente sin oposición, y el vuelo creativo de la voluntad humana guiada por una conciencia moral que querrá apostar por las personas, por la humanidad y su libertad, contra la amenaza opresora de una tecnología inventada por el hombre, que en su soberbia primitiva comienza ya a sentir los estragos de su ambición ancestral: la de querer ser omnipotente para siempre.

Cuando la IA se haya instalado definitivamente en la vida de los humanos, sustituyéndolos en la toma de decisiones, y sea aquella enemiga apocalíptica que acaba con la evolución armónica de los seres vivos, solo quedará esa esperanza propia de los espíritus dignos y libres que se resisten a ser objeto de una dominación degradante y perpetua, antes que la aniquilación totalitaria alcance a toda la humanidad.

Jorge Varela
08 de octubre del 2024

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