Arturo Valverde
Cimientos, columnas y palabras
La arquitectura en la novela “Nuestra Señora de París” (1831)
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Hay quienes ven en Nuestra Señora de París, la trágica historia entre el jorobado Quasimodo y la gitana Esmeralda, pero esta novela, publicada en 1831 por Victor Hugo, me ha causado la impresión de ser una suerte de tratado sobre la arquitectura trasladado a la literatura.
Y digo esto, no solo por las referencias que hace el escritor francés acerca de los detalles arquitectónicos de la iglesia, como personaje central de la novela, o la exposición que realiza sobre su preocupación por el arte gótico, sino porque además de todos estos aspectos, la novela en sí misma se erige como un sólido edificio.
Sus cimientos están en el primero de los libros que componen Nuestra Señora de París, y en los que Victor Hugo introduce a los personajes principales de su novela en un escenario enorme de celebración. Gringoire, Quasimodo, el archidiácono y Esmeralda se convierten en esas columnas principales sobre las que se eleva esta obra monumental.
En adelante, y después de afirmar las columnas, los pisos superiores están compuestos por el desarrollo y trama de la obra, que se suceden uno encima de otro, firmes y seguros. Mientras los conflictos entre uno y otro de sus personajes, son como las intrincadas decoraciones y los adornos que revisten los interiores y exteriores de un edificio, y que añaden temperamento.
El drama, como tal, podría resumirse en aquella frase de Quasimodo, cuando desde lo alto de la iglesia, mira hacia abajo su mundo destruido, consumado en la muerte del archidiácono y la gitana, dice: “¡He ahí todo lo que he amado!”, y, luego, tiempo después, su cadáver yace junto al de Esmeralda.
Adicionalmente, una lectura atenta de Nuestra Señora de París lleva a pensar en la manera en que el estudio de la arquitectura, y los elementos que la componen pueden trasladarse al esquema o composición de la novela literaria. Porque los escritores, como los arquitectos, también plasman estructuras, trazan columnas y afirman cimientos de palabras.
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