Dante Bobadilla

Caviar en salsa de mariscos

Caviar en salsa de mariscos
Dante Bobadilla
07 de julio del 2016

El progresismo pretende volver al poder

Todo parece indicar que el neotoledismo, encabezado por el venerable Pedro Pablo Kuczynski, será otra oportunidad para que los caviares se enchufen en los circuitos del Estado. No olvidemos la generosidad con que Toledo trató a este sector de ilustres peruanos, al punto de convertirlos en héroes nacionales por la entrega del informe de la CVR; con sus inmediatas secuelas, como el Plan Nacional de Salud Mental y Cultura de Paz, que declaraba mentalmente sanos a los revoltosos que protestan apedreando policías y bloqueando carreteras, y que proponía además la novedosa tesis de que la pobreza y la inequidad social son causas de la enfermedad mental. También Toledo y sus caviares nos regalaron el Plan Nacional de DD. HH. que se repartió como fascículos de Despertar y Atalaya, exactamente con el mismo efecto nulo para la vida nacional, pero muy bien remunerado para la plaga de expertos en charlatanería político-social que copó los ministerios.

Vemos que ciertos sectores de izquierda han empezado a treparse como garrapatas al poder. Algunos le exigen a PPK que cumpla sus compromisos con el extremismo, el sindicalismo y otros colectores de izquierda, incluyendo a los angelitos de “No a Keiko”. Si la caviarada se consolida en el poder bajo la sombra de un PPK bonachón, que parece querer rescatar amistades toledistas del ayer, bien podría darse un renacer del macartismo antifujimorista, pues este es el principal objetivo de la siempre enfermiza izquierda nacional. El único problema es que ahora el fujimorismo domina el Congreso. Me temo que el panorama pinta para ver una confrontación permanente de fuerzas entre la caviarada y el fujimorismo. La cacería de brujas de la izquierda no ha terminado. Todavía sueñan con seguir implicando a Alberto Fujimori en más delitos, están atentos a rechazar todo intento de indulto y hay toda una campaña dirigida a sus descendientes, ya no solo a Keiko. El objetivo de la izquierda es aniquilar al fujimorismo, en una especie de antisemitismo de nuevo cuño. Eso está perfectamente claro.

El predominio caviar en las esferas del poder significará una andanada de leyes bonitas pero inútiles, como ocurrió en las épocas del parrandero de Cabana. Habrá que ver si Keiko sigue con esa torpe estrategia de caviarizarse, coquetear con la izquierda y disfrazarse de izquierda moderada, dejando pasar todas esas leyes rimbombantes que llegan al Congreso, como la ya mencionada Ley de Búsqueda de Desaparecidos, que debería bastarles a los progres para vivir felices por los siguientes veinte años en la tarea inicua de buscar e identificar huesos.

A propósito, me han dicho de todo por criticar esa ridícula ley, pero ningún argumento válido. Y es que el progresismo cree que su cucufatería y sensiblería social es suficiente argumento para perpetrar cualquier adefesio legal, sin siquiera disimular su huachafería ideológica. Pretenden hacernos creer que hay personas que están esperando por treinta años a sus desaparecidos. ¡Treinta años! Y que seguirán llorando si no les entregan aunque sea un huesito que enterrar. Me parece un absurdo total y no tengo ningún empacho en decirlo. Desaparecidos hay montones. Por ejemplo, los 26 soldados desaparecidos en la Cordillera del Cóndor durante la escaramuza con Ecuador, y que nadie ha ido a buscar ni han pedido una ley especial para que el Estado destine una millonada en buscarlos. Para ellos no existe ninguna “sensibilidad social”. A ellos nadie los llora.

Los insultos de la beatería progre y caviar me tienen sin cuidado. Son lo que son y así es como los tomaré siempre. Para mí la sensiblería nunca será un argumento ni justificación, sino tan solo una pose hipócrita, porque su único fin encubierto es mostrarse a los demás con una imagen de nobleza y generosidad, pero pagada por otros. La progresía es un sector al que le encanta hacer el “bien social” a costa de los demás, erigiéndose como héroes salvadores de la patria mientras se ganan alguito para sus bolsillos. El que quiere hacer ayuda social no necesita meterse a la política. Es más, no debería. El progresismo ha prostituido la política para beneficiarse a sí mismos, mientras le hacen creer a todos que ayudan a los demás. Eso es solo otra forma de corrupción.

 

Dante Bobadilla

 
Dante Bobadilla
07 de julio del 2016

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