¡Cambios en el sector Educación!

La educación es la piedra angular de todo desarrollo social, cultural o económico. Por los resultados, el fracaso de la gestión educativa peruana es evidente: solo dos de cada diez estudiantes entiende lo que lee y comprende matemáticas. La raíz, entonces, de todos los males nacionales está identificada. 

En un contexto de mejora de lo bueno y eliminación de lo malo, las autoridades educativas nacionales y regionales deben unirse para proponer reingenierías que pueden ser tablas de salvación. Los eventos realizados en Cusco y Arequipa, de mayo y setiembre pasado respectivamente, marcan la pauta. ¿La soñada transformación educativa está en marcha? Ya veremos la grandeza de los protagonistas y sus palabras cuando presenten los resultados. 

Según consenso, la matriz del plan está establecida: dar a conocer las prioridades del Ministerio de Educación, como ente rector de la educación, y dar cuenta de los avances y compromisos conseguidos. Los procesos educativos y su gestión no son lechos de rosas. Como en el sector privado, que hace seguimiento a sus operaciones para mejorar la calidad de sus productos, es necesario un constante análisis de las llamadas brechas educativas. Alinear recursos y estrategias no es tarea fácil. Diálogo y consenso, tan esquivos en Perú, son claves para identificar las demandas y los desafíos. Identificar las dificultades requiere observación. Y ya sabemos que no todos los ojos miran por igual. “La interpretación de la realidad” provoca controversias. 

De las buenas intenciones a la acción. El Minedu y sus instituciones regionales realizan conversaciones con el fin de abordar y resolver los problemas que impiden la marcha de esa educación de calidad esperada largamente. En los encuentros educativos de Cusco y Arequipa la preocupación obvia de los gobernadores es la abandonada infraestructura educativa, el aprendizaje y la cobertura educativa. La capacitación de los docentes cuenta. La llamada inclusión educativa busca extender servicios competitivos a las zonas rurales. Para esos lugares alejados se plantea programas de interacción cultural bilingüe. La innovación tecnológica y educación técnica prepara a los escolares para tareas productivas. El reto es grande. ¿Los liderazgos también?

Tal parece que la ministra del sector, Miriam Ponce Vértiz, toma en serio el desafío. Por lo pronto, es prioridad el acercamiento a las regiones y la recuperación de la confianza del Minedu. Las responsabilidades descentralizadas son una buena idea; no obstante, ¿habrá suficiente capacidad técnica y de gestión en el interior? ¿Los presupuestos serán suficientes? ¿Las políticas estarán claramente definidas, sin espacios para la duda y la rebelión? 

Los encuentros educativos iniciados en el sur son también señales de recuperación de la unidad y soberanía nacional. Hay que ir con solvencia, autoridad y trato horizontal a los lugares donde las papas queman. En este escenario de cambios, después de tantos intentos frustrantes, la meritocracia en la escuela pública tendría que estar asegurada. Cualquier intento de negarle mejores posibilidades educativas a los escolares deberá ser rechazado. Multiplicar en calidad y horas la capacitación de los docentes. Incrementar el número de profesores nombrados para afianzar cualquier plan educativo. La probabilidad de ponerse la camiseta es baja si la presencia es temporal. Pero sobre todo, se debe retirar del magisterio a los profesores vinculados al Movadef. Están allí no para edificar, sino para destruir la mente de las personas desde el colegio. 

Por décadas, por los profesores ideologizados, los resultados han sido desastrosos. Perú está en la cola de las evaluaciones PISA. La razón, esa facultad humana que distingue a las sociedades que prosperan, tendrá que ser fomentada en cada clase, actividad artística, juego, aula, patio. En cualquier espacio. Si el Minedu recupera el liderazgo en concordancia con las regiones, planteando metas de prosperidad, Perú –con todas sus riquezas naturales y capacidad humana– sería potencia mundial.