Darío Enríquez

Antonio Escohotado cruzó el umbral de la inmortalidad

Sus ideas fortalecen la batalla cultural a favor de la libertad

Antonio Escohotado cruzó el umbral de la inmortalidad
Darío Enríquez
23 de noviembre del 2021


Esta semana el mundo libertario fue conmovido por una penosa noticia: el gran filósofo, pensador, jurista, ensayista y profesor universitario español Don Antonio Escohotado falleció a sus 80 años de edad. Aunque la muerte aceche y anuncie su inapelable decisión, nunca estaremos lo suficientemente preparados para asimilar tan irreparable pérdida.

Como lo señala Juan Ramón Rallo, “Escohotado vivió para aprender y aprendió escribiendo”. Una vida dedicada a la curiosidad que lleva al descubrimiento y a la verdad. Escohotado esperó a la muerte con tranquilidad, fumando, leyendo y escribiendo. Poco antes de morir, fue publicada su última obra, esta vez un libro que supera la actitud vergonzante de algunos intelectuales respecto a fenómenos de masas como el fútbol: trata sobre su pasión mundana por el Real Madrid, con el título La forja de la gloria.

Para Escohotado, el comercio es la actividad más noble del ser humano, base fundamental del despertar civilizatorio de la humanidad. Lo que llamamos civilización, se desencadena como proceso continuo, permanente e irrefrenable, a partir de que dos cavernícolas abandonan la violencia que definía su relación tomando la posesión del otro por la fuerza, y acuerdan un intercambio en el que ambos participan voluntariamente; tal vez fueron precarios instrumentos, pieles o frutas silvestres. Previamente a ello –puede ser que casi en simultáneo– de pronto el ser humano se hizo consciente de sí mismo y desde ese momento siguieron muy pocos pasos antes que enraizaran el concepto de identidad, la idea de familia y tribu, el sentido de propiedad, algunas actividades como el comercio y las primeras ciudades del mundo antiguo.

Cooperación social voluntaria, respeto a la propiedad privada y la defensa irrestricta del plan de vida individual, forman parte de ese mundo libertario que debemos defender, según el maestro Escohotado. El libre intercambio comercial como la marca fundamental civilizadora se hace totalmente evidente en su obra magna (tres tomos): Los enemigos del comercio, propuesta como una historia de las ideas sobre la propiedad privada, como una historia de quienes niegan la libertad humana y en el extremo, niegan a la realidad misma.

Es notable la evolución de Escohotado desde una niñez que transcurrió bajo formación cristiana; luego, su agitada juventud adscribiendo un pensamiento marxista basado en violencia y planeación central, en donde tanto la vida propia como la ajena pierden valor; finalmente, derivar hacia un pensamiento libertario que reconoce el orden espontáneo, el individuo en libertad como valor supremo y el libre comercio como base de la civilización.

En la memorable entrevista que ofreció Escohotado a Fernando Sánchez Dragó, en Las noches blancas (2009, Telemadrid), mencionaron ambos el rol de un amigo común en sus largas tertulias juveniles, Carlos Moya, quien se dedicaba a estudiar sin pensar que debía escribir y publicar: “cuando alguien acumula y acumula información por pasión del conocimiento, es el Faro de quienes lo rodean”, concluyen ambos. Medio siglo después, ese rol de Faro corresponde a Don Antonio Escohotado, respecto de quienes hoy en el mundo defendemos las ideas de la libertad. Como no podía ser de otra manera, esta defensa de la libertad, la batalla cultural que sostenemos en su nombre, no puede ni debe ser unánime en sus formas, afectos y preferencias, pues hay virtualmente versiones libertarias tan diversas como podamos imaginar, hasta llegar al individuo mismo. Pero sí deben compartir necesariamente fundamentos y principios que, en las ideas de Antonio Escohotado, encuentran su versión más acabada, prolija e informada.

Sabemos que en rigor, eso de derechas e izquierdas ha quedado objetivamente atrás. Pero parafraseando la pugna entre Scorza y el viento, contra la costumbre y los usos populares, el poeta nada puede. Aunque lleve a confusión, la inmensa mayoría sigue teniendo como referencia esta dicotomía derechas versus izquierdas. Bajo esta perspectiva imprecisa y mundana, Don Antonio Escohotado sería un intelectual de derechas. Él mismo en su momento rechazó lo de “intelectual” y trató de introducir el término “socio-liberal” para describirse a partir de su afecto por ciertas posiciones socialdemócratas y su filiación neta al liberalismo clásico. No tuvo suerte en este empeño, pues “socio-liberal” ha terminado siendo una negación de la esencia liberal. El uso perverso del prefijo “socio” coloca en el neologismo “socio-liberal” lo colectivo por encima del individuo, algo rotundamente inaceptable para un defensor de la Libertad, con mayúscula, con el énfasis que él gustaba aplicar.

Don Antonio Escohotado es uno de los más notables faros del pensamiento libertario. Sin la difusión de sus ideas no se explica el resurgir de la libertad como valor supremo en un mundo cuyas tendencias hegemónicas la niegan o relativizan peligrosamente. Ha cruzado el umbral de la inmortalidad. Sus ideas trascienden y fortalecen la batalla cultural a favor de la libertad.

Darío Enríquez
23 de noviembre del 2021

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