Jorge Morelli

¿Alguien manda en este partido?

Los herederos pugnan por el legado

¿Alguien manda en este partido?
Jorge Morelli
29 de septiembre del 2020


El Apra recibe a Roque con sentimientos encontrados. Todos piensan allí que no ha renunciado definitivamente a la candidatura de la Estrella, porque, si no, para qué inscribirse ahora y no esperar más bien a hacerlo después de las elecciones para levantar la moral. Pero se van a llevar una sorpresa. Puede ser congresista, y en buena hora, para lo cual necesita la inscripción. Los sentimientos encontrados se deben a que hay quienes piensan  –son los más– que financiará la campaña del partido, no importa quién sea el candidato; y los que quisieran que fuera él mismo, que son los menos- Porque, claro, es la derecha. Y el dilema existencial que Haya barajó por la vía de la doble negación –“ni Washington ni Moscú”–, y que Alan sabiamente dejó de lado, necesitaría una nueva lectura unánime de sus herederos. Hoy, sin embargo, en el viejo partido los herederos pugnan por el legado. O sea, en esa nave nadie manda. 

Algo parecido ocurre en Acción Popular, el navío ya carenado de Fernando Belaunde. Los partidos sobreviven con dificultad a la muerte de sus líderes, como las estrellas a la falta del combustible hidrógeno, para estallar luego vistosamente en fragmentos. Las fuerzas que tiran de Acción Popular hacia ambos lados son las mismas que amenazan al Apra: izquierda y derecha. Esa pugna también la zanjó el propio Belaunde, como Haya, y muy tempranamente con su notable lema: Ni a la izquierda, ni a la derecha, ¡Adelante! Hoy, sin embargo, como diría Belaunde, que amaba las metáforas taurinas, ni el lema está a salvo de los espontáneos. Irrumpió en el ruedo un émulo de Paniagua a quien la ocasión le pareció inmejorable para dar un salto al vacío. Acabó corneado en la enfermería.

Solo el tiempo dirá si los viejos partidos tradicionales podrán soportar la presión simultánea de esas dos gravedades sin desgajarse de cuajo. Y veremos también si los nuevos partidos sobrevivirán a las suyas propias. No entraré en esto ahora. 

La conclusión es que, si el elector desea saber si alguien manda en un partido –cosa que es un elemento de juicio para decidir el voto– solo tiene que observar cómo votaron las bancadas en la segunda vergonzosa intentona de vacar la Presidencia en este quinquenio. Si el voto fue unánime es porque, malo o bueno, esa nave tiene un capitán. Si se dividió es porque allí nadie manda.

Algunos partidos lograron sobreponer la unidad a las discrepancias internas. Esa es toda la diferencia. Las estrellas jóvenes pueden resistir las fuerzas de la gravedad antes de caer en la entropía, vencidas por la segunda ley de la Termodinámica. Es una cuestión de física, no de fe. Tal como las estrellas no son dioses, sino materia, los partidos políticos no son sino medios. No son y nunca fueron fines en sí mismos, como en otro tiempo creímos.

Seguimos despertando del sueño metafísico. El mundo no es perfecto, es real.

Jorge Morelli
29 de septiembre del 2020

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