Miguel A. Rodriguez Mackay

Afganistán por Siria en las relaciones internacionales

El nuevo tema clave para Estados Unidos y el mundo

Afganistán por Siria en las relaciones internacionales
Miguel A. Rodriguez Mackay
14 de octubre del 2021


El mundo y sus Estados que lo forman, los actores por excelencia del derecho internacional (el mundo de las normas jurídicas internacionales) y las relaciones internacionales (el mundo del poder planetario) se mueven según va configurándose el nuevo ajedrez planetario; sin embargo, esa realidad que nos puede asombrar no debe sorprender. En la historia de las referidas relaciones internacionales así ha pasado con todos los actores que han tenido un rol relevante en la sociedad internacional, teniendo incluso la envidiada condición de hegemones, y también con aquellos Estados considerados claves no precisamente por sus virtudes en el globo, sino por representar actores de desestabilización mundial; es decir, que por sus roles tan alterados y antagónicos, son la verdadera amenaza para la sostenibilidad de un mundo de paz tal como fuera consagrado en la Carta de las Naciones Unidas de 1945. 

Así, en los últimos años, mirando el ámbito geopolítico asiático, Siria, primero, y ahora Afganistán, constituyen a ojo cerrado, los miembros más importantes del sistema internacional asiático y seguramente mundial, que ingresan en el lente de los expertos de diversas partes del mundo, al dominar la atención de propios y extraños, y donde las superpotencias ingresan a cumplir roles estratégicos pensando en lo de siempre: dominio y área de influencia como ha sido desde tiempos pretéritos, la historia del poder mundial. 

De hecho, Siria y Afganistán han sido objeto de conflictos recurrentes que han producido olas migratorias indetenibles y han generado por esas diásporas masivas hacia otros espacios, principalmente apuntando a Europa, una modificación de sus políticas migratorias, dado que al comienzo vieron a las referidas movilizaciones con sentido humanitario esperándolas con los brazos abiertos como hizo la canciller alemana Ángela Merkel, pero que luego, promovidos por sectores reacios a la migración asiática y de otros espacios vulnerables del planeta como el continente africano, establecieron razones muy potentes para oponerse en los accesos de los migrantes hacia sus países, en la mayoría de los casos argumentando que entre los desplazados habían de ingresar en sus espacios nacionales, terroristas. 

Todo lo anterior, como realidad de la política internacional asiática contemporánea, de evidente carácter incontrastable, ha visto cómo la atención mundial por más de una década concentrada sobremanera en Siria por la guerra interna que padecía se ha trasladado ahora hacia Afganistán, que ha terminado convirtiéndose en el centro de la atención internacional. Sin querer queriendo, Siria y Afganistán, fueron incluso desplazando de la atención de la política internacional en el momento presente, al ya conocido problema entre Israel y Palestina, que aunque siempre presente y clave para la estabilidad del Asia menor al ser considerado uno recurrente del espacio convulso del Medio Oriente, ha sido movido un poco más hacia abajo en la lista de los asuntos inmediatamente pendientes para Estados Unidos, aunque hallado vulnerable, en verdad que todavía el hegemón del mundo. 

El común denominador que sigue imponiéndose en la actual agenda internacional sigue siendo el deseo del dominio por las naciones con poder mundial relevante. Nada de eso ha cambiado desde que los Estados se percataron que los recursos de las naciones que los tenían eran razón suficiente para invertir en armas y en diplomacia, en la idea de conseguir la disuasión como la mayor expresión del dominio mundial. Como ayer, sacando las garras del que más poder tiene a su disposición, hoy igualmente, se preocupan por dominar los espacios que van apareciendo –como Afganistán– para volverlo su espacio dinámico de influencia, y crear las condiciones estratégicas para la exploración y explotación de los recursos naturales, tan ansiados para el desarrollo de la tecnología, la única seria realidad que hará a los Estados con poder relevante, auténticos dominadores del planeta. 

La sobre atención que demandará Afganistán por parte de los actores mundiales relevantes, ha afirmado la sociedad internacional de las pugnas –no de las guerras clásicas como erradamente vienen sosteniendo algunos teóricos–, cuya mayor evidencia es la denominada guerra comercial que, incluso, desde antes que irrumpiera la pandemia de la Covid-19 en el planeta, ya se había convertido en una de las expresiones más visibles de la nueva conflictividad internacional, que he denominado la sociedad internacional de las pugnas, y que a diferencia de la Guerra Fría (1945-1989), si existen manifestaciones de belicismo específico o regional, como ha sido precisamente el caso de Siria por la guerra interna, y la circunstancia actual de Afganistán, por el clima de violencia interna creado en el pasado por los Talibán. Afganistán, entonces, será en adelante asunto clave para la política internacional estadounidense, pero seamos claros, sumamente relevantes para el frente interno del país, cobrando vida para los procesos políticos aspiracionales de los republicanos con Donald Trump a la cabeza, que se muere por volver a la Casa Blanca.

Miguel A. Rodriguez Mackay
14 de octubre del 2021

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