Aburrido

Declara el presidente Pedro Castillo: “Es momento de salir de este encierro, pues me aburro de estar detrás de este pupitre”. Luego exhorta desde Tacna al Congreso de la República para salir a caminar a “ensuciarnos los zapatos para ir a los últimos rincones de esta patria”. Pero ahí no terminan sus bravatas al Congreso, esta vez los reta a debatir en el VRAEM, y además que sea ¡sin zapatos!

Acaso el presidente no se ha dado cuenta de que ya terminó la campaña, y con ella su discurso de confrontación social. Con sus inoportunas y pocos serías propuestas no hace sino dividir y enfrentar, en este caso al campo contra la ciudad. Unos sin zapatos, los otros tras el escritorio. Estas declaraciones han repercutido en los noticieros internacionales. Inverosímil que el presidente peruano declare, a los treinta días de su mandato, que ya se aburrió. 

Me sorprende su aburrimiento. Pensé que le faltarían horas para ir articulando las medidas de emergencia ante el riesgo sanitario que se avecina o ante la disparada de la inflación. Hay una oportunidad única de generar ingresos con los precios actuales del cobre y del oro, principalmente. Debería liderar los consensos necesarios que permitan la explotación responsable de estos recursos. Ahí se encuentra la fuente de riqueza más inmediata para atender los programas sociales. Estos desafíos le producen tedio, monotonía y aburrimiento. ¿Es ese su estado anímico? 

Evidentemente el presidente es neófito en administración pública, no está preparado ni tiene experiencia. Políticamente va perdiendo su capacidad de convocatoria al no deslindar con el senderismo. Los mejores profesionales jamás van aceptar ser miembros de un gabinete de vergüenza. Solo reclutará mediocridad, ministros que no tengan más mérito que ser miembros del partido, familiares o amigos ávidos de dinero y poder. Resulta obvio que no valora la formación profesional, la meritocracia ni la experiencia en gestión pública, como tampoco valora la integridad ética y moral. 

Durante las batallas los generales no se vuelven soldados, ellos lideran desde su comando. Pedro Castillo es presidente, no puede pretender seguir siendo rondero. Es momento de trazar objetivos a corto y mediano plazo, cambiar y sustituir a los ministros que no dan talla, que desprestigian por sus antecedentes de corrupción o por sus simpatías con Sendero Luminoso. ¿Acaso no se ha dado cuenta del rechazo ciudadano al gabinete? 

El enemigo apremia, y combatirlo no pasa por cambiar la Constitución, ni atacar al empresario, el capital o la propiedad privada. Requiere gobernar para todos los peruanos,no solo para su partido político. Castillo ha prometido mucho; y si no cumple rápidamente, sus seguidores y partidarios desertarán. Y entonces conocerá la soledad del poder y el costo que significó pagar favores y embriagarse de ideologías fracasadas.

¡Libérese! Ya terminó la campaña, Ud. es el presidente y la emergencia no perdona ni la desidia ni la cobardía. Ya es hora de que tome el mando y no se queje de que está aburrido.