Jorge Varela
Aborrecen al neoliberalismo, pero lo practican
“La utopía deberíamos buscarla en los intestinos del presente capitalista”
El debate acerca de la vigencia y aplicación del modelo neoliberal chileno subsiste y se prolonga hasta hoy, a pesar de los esfuerzos para exterminarlo y sepultarlo para siempre. Ni la revuelta social y política de octubre de 2019 pudo derribarlo de su base. El capitalismo que lo sustenta impera en casi todo el planeta y no se divisa aún otro modo de activar la economía que respete la entidad humana y los valores consustanciales a la existencia del ser.
Definición de neoliberalismo
Sebastián Edwards, un economista chileno ecléctico con perfume a pasado socialista, ha definido al neoliberalismo como “un sistema que utiliza el sistema de mercado –o el modelo de mercado– para tratar de solucionar una gran cantidad de problemas o casi todos los problemas o necesidades de una sociedad. Por tanto, pensiones, educación, salud, cultura, el agua, todo eso se hace a través del mercado… el sector privado domina todo y el mercado ha sido usado para todo” (entrevista en El Mostrador. 9 de enero de 2025).
Antes, en su libro El proyecto Chile: la historia de los Chicago Boys y el futuro del neoliberalismo, escribió: “Este es un aparato de creencias y recomendaciones políticas que enfatiza el uso de mecanismos de mercado para resolver la mayoría de los problemas y necesidades sociales, incluyendo la provisión y distribución de servicios sociales como educación, pensiones para la vejez, salud, apoyo a las artes y transporte público”. Sostiene que para los neoliberales es una forma “más pura” de capitalismo, en la que los mercados funcionan en casi todas las esferas y lo hace mejor que las versiones híbridas de capitalismo, con mercados regulados bajo el control de funcionarios de gobierno (Ediciones Universidad Diego Portales. Santiago, 2024).
Su preocupación que se desliza entre argumentos, es: “que se etiquete de neoliberal a casi toda forma de capitalismo, sin distinguir los diferentes tonos de grises”.
El mercado tiene la culpa
La idea de enfocarse en el rol del mercado no es nueva. De la versión expuesta: ¿es posible deducir que el mercado se ha convertido en ‘el malo’ de la economía y de la sociedad? La pregunta está instalada y es aconsejable elaborar una respuesta sólida, con fundamento.
En el caso chileno es oportuno tener presente aquella frase emblemática y categórica del ex-Presidente Patricio Aylwin: “el mercado es cruel” y su conocida reticencia a ingresar a un mall, una especie de catedral contemporánea del consumo; aunque durante todo su mandato continuó aplicando el modelo que prioriza al libre mercado y al sector privado, junto a la regulación del Estado en áreas sociales.
Después de dicha experiencia, surge entonces la segunda pregunta: ¿fueron realmente amortiguados lo que algunos economistas y políticos denominan ‘efectos negativos del modelo’ (neoliberal)? El propio Aylwin expresó en 1998, que el modelo de libre mercado “era eficiente para crear riqueza, pero no para distribuirla” (Cidob, Barcelona. Centro para Asuntos Internacionales).
Una relación estrecha
La relación estrecha de los neoliberales con el mercado no es posible desarticularla. ¿Qué harían la economía y la sociedad sin la actividad del libre mercado?
Sebastián Edwards cita en apoyo a su visión conceptual a David Harvey, un teórico social marxista que define al neoliberalismo como una teoría de prácticas político-económicas que afirma que “la mejor manera de promover el bienestar del ser humano consiste en no restringir el libre desarrollo de las capacidades y de las libertades empresariales del individuo dentro de un marco institucional caracterizado por derechos de propiedad privada fuertes, mercados libres y libertad de comercio”. También recurre a Geoffrey Gertz y Homi Kharas, quienes señalan que “los neoliberales usan la lógica de la competencia de mercado para distribuir recursos donde sea posible, incluyendo áreas como la educación y las políticas de salud”.
Las utopías nacen en el mercado
La perspectiva de Edwards elude que el neoliberalismo haya devenido en una ideología, en un modo de plantear la vida, de construirla y de establecer sus límites.
A juicio del historiador argentino Alejandro Galliano, para los hijos del neoliberalismo “la infraestructura global es el capitalismo. El capitalismo controla todo el planeta como nunca antes, atravesando nuestras subjetividades. Y desde algunos de sus enclaves, sigue proyectando diversos tipos de utopías”. La utopía deberíamos buscarla y “reencontrarla en los intestinos del presente capitalista. El error de llorar el fin de las utopías es seguir buscándolas en la política, cuando ahora nacen en el mercado”, ha escrito Galliano (¿“El mercado sigue soñando (y nosotros ya no?”). “Si la economía de mercado va a ser la ordenadora del mundo, podemos valernos de sus redes para articular experimentos particulares y políticas territoriales y proyectarlos hacia el futuro”.
Para el profesor español Pablo Sánchez León, la utopía referida se halla inserta con éxito como un ingrediente de ‘la ideología dominante’. Esta es precisamente la concepción económica-política que muchos aborrecen, pero practican fascinados de modo oculto.
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