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¿Vizcarra comete los errores de Keiko?

Triunfos pírricos que anuncian tragedias

¿Vizcarra comete los errores de Keiko?
Víctor Andrés Ponce
09 de enero del 2019

 

La viada contra el Legislativo y Fuerza Popular, que lideró el presidente Vizcarra —en alianza con los medios tradicionales y los sectores que gobernaron con Toledo, Humala, PPK y Villarán—, comienza a agotarse. Luego de haber suspendido su viaje al Brasil y de haber presentado un proyecto de reorganización del Ministerio Público —rechazado por casi toda la sociedad— el jefe de Estado empieza a aparecer como un líder proclive al conflicto, al choque. Más aún luego de que la Sala Judicial confirmará que Keiko Fujimori estará encerrada tres años, no obstante que no tiene acusación fiscal ni menos sentencia, y después de la renuncia de Pedro Chávarry a la Fiscalía de la Nación, un magistrado que fue derribado por la campaña más feroz de difamaciones de la historia republicana. En este escenario de aparentes victorias, ¿cómo se puede seguir confrontando y seguir ganando?

Si bien Vizcarra aparece ganando con la renuncia de Chávarry —ni Rafael Vela ni Domingo Pérez seguirían en sus puestos sin la intervención política presidencial y la amenaza de intervención del MP— la resistencia del ex Fiscal de la Nación, casi en solitario, renuente a escuchar consejos políticos y sin nexos con el Apra y el fujimorismo, también ha terminado desgastando a la figura presidencial. Nadie hace una guerra, gana y sale inmaculado. Las manchas de sangre de los derrotados siempre salpican.

Al respecto vale recordar las guerras de Keiko y Fuerza Popular como una interesante referencia para el análisis. El fujimorismo se lanzó sobre el ministro de Educación, Jaime Saavedra, porque bajo la gestión del señalado ministro se organizó el aparato antifujimorista que operó en las pasadas elecciones nacionales. Pero luego censuró al Gabinete Zavala, promovió dos vacancias presidenciales y forzó la renuncia de PPK. Fuerza Popular fue una máquina de guerra, pero cometió un error que los electores no perdonan: renunció a transformar el país, a liderar las reformas, pese a que tenía el número de votos suficiente.

Hoy Vizcarra es una máquina de guerra que ha sometido al Legislativo –al menos hasta ahora- y que ha logrado imponer sus fueros en la Fiscalía de la Nación. La pregunta se cae de madura: Pero, ¿el jefe de Estado está transformando el país? ¿La no reelección congresal sin bicameralidad es reformar el sistema político? Todos sabemos que no. ¿Vizcarra está luchando realmente contra la corrupción? Todos sabemos que el jefe de Estado apuesta por las investigaciones selectivas y la protección de un sector de los implicados en el caso Lava Jato.

Y si agregamos que no hay avances en la reconstrucción del norte, que la economía empieza a estancarse en un raquítico 4% de expansión anual, que el desborde de la criminalidad sigue imparable, que la anemia y la desnutrición siguen en alza, entonces es más que evidente que Vizcarra no está transformando el país. ¿Qué sucederá cuando la gente se percate de esta situación, tal como lo hizo con Keiko? La respuesta parece obvia.

El pueblo perdona la confrontación y la guerra siempre y cuando el partido o el gobernante apueste por la transformación del Perú. Lo hizo con el Apra del siglo XX y con el fujimorato de los noventa. Por todas estas consideraciones, Vizcarra comienza a quedarse sin libreto.

 

Víctor Andrés Ponce
09 de enero del 2019

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