Si los comunistas no pasan la valla

Según todas las encuestas publicadas que registran la intención de voto para el Congreso, las corrientes comunistas y colectivistas van de mal en peor. Incluso no pasarían la valla electoral. Y frente a la situación expectante de Acción Popular y Fuerza Popular, las posibilidades de que el Apra pase la temida valla y que Solidaridad Nacional conecte con el elector, no es exagerado decir que el Frente Amplio, Nuevo Perú y las corrientes colectivistas han hecho el peor negocio de su vida promoviendo el cierre inconstitucional del Congreso. Extrañas paradojas de la política.

Es más, en enero del 2020 podría instalarse un Legislativo que funcionaría en base a acuerdos entre acciopopulistas y fujimoristas, porque cada una de estas fuerzas se acerca al 10% de los votos emitidos. Algo que, de acuerdo a los votos válidos y la cifra repartidora, podría significar cerca del 50% del número de legisladores. 

El sueño comunista de convertir el cierre del Congreso y la instalación de un nuevo Legislativo en una asamblea constituyente que derogue la Carta de 1993 y redacte un nuevo texto constitucional anticapitalista, pues, parece esfumarse. Y si a estos hechos le agregamos que la administración de facto de Martín Vizcarra, luego del cierre inconstitucional del Congreso y después de las denuncias sobre el gobierno regional de Moquegua, comienza a debilitarse, es evidente que el nuevo Congreso –tal como lo proyectan las encuestas– podría tener un papel diferente en el restablecimiento del equilibrio de poderes.

Por una serie de circunstancias, el Perú parece indemne ante la ofensiva colectivista y los estallidos sociales que han afectado a la región, a tal extremo que las fuerzas comunistas que postulan al Congreso no podrían pasar la valla electoral. Sin embargo, esta posibilidad de ninguna manera, significa que el Perú se libre de las amenazas que golpean a Latinoamérica. Por ejemplo, las corrientes colectivistas podrían abandonar cualquier apuesta electoral y solo concentrarse en “la acción directa de masas para agudizar las contradicciones”, y ver si por los yerros acumulados del Estado se dibuja la posibilidad del estallido social. A nuestro entender, a esta situación contribuye la indolencia del Ejecutivo frente a los asuntos de la gobernabilidad.

La administración nacional está lejana de los temas del crecimiento económico, la lucha contra la inseguridad ciudadana, la reconstrucción del norte y las urgentes reformas que posibilitarían relanzar el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza. Las proyecciones de expansión económica para el 2019 son devastadoras: un poco más de 2% del PBI. Una cifra con la que es imposible seguir reduciendo pobreza, y que solo puede significar menos bienestar para las clases medias precarias que, apenas unos años atrás, dejaron de ser pobres. Todas estas condiciones nos revelan que el país, pues, no está vacunado contra las convulsiones. 

Al respecto siempre vale recordar que unas semanas atrás nadie creía que Chile iba a terminar convocando a una asamblea constituyente, con sus ciudades devastadas por la ofensiva violentista.