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¿Se viene una gran coalición legislativa?

Anotaciones sobre el nuevo Congreso

¿Se viene una gran coalición legislativa?
Víctor Andrés Ponce
19 de enero del 2020


Luego de publicadas las escasas encuestas sobre intención de voto para el próximo Congreso, emerge una primera conclusión: el Ejecutivo no controlará el Legislativo y, de otro lado, la fragmentación de la representación congresal obligará a formar una amplia coalición para elegir la mesa directiva y conducir el Congreso. En este primer brochazo de análisis no se puede negar que la mayoría de los electores está buscando una salida a la guerra política que desembocó en el cierre del Legislativo. Y está buscando una salida porque el Ejecutivo no ha organizado ninguna alternativa, no obstante que hoy concentra todo el poder político.

Las reuniones del jefe de Estado con los miembros de las comisiones de reformas judicial y política, y las declaraciones de Vicente Zeballos, presidente del Consejo de Ministros, en el sentido de que se plantearía cuestión de confianza si el Legislativo revisa los decretos de urgencia, apuntan a que en el Gobierno existe la evaluación de que se puede mantener la popularidad si continúa la confrontación con los inquilinos de la Plaza Bolívar. No hay otra explicación para semejantes gestos y declaraciones, no obstante que el Congreso ni siquiera se ha instalado.

Ahora bien, ¿qué significa no controlar el Congreso para el Ejecutivo? Es evidente que la fragmentación del nuevo Legislativo que se insinúa no abona a favor de una nueva confrontación Ejecutivo - Legislativo. Finalmente, tal como se presentan las cosas, conducir el Congreso obligará a desarrollar una amplia coalición política, que debería gestarse sobre acuerdos de mediano y largo plazo. 

Sin embargo, el nuevo Legislativo tendrá responsabilidades ineludibles como, por ejemplo, designar a los nuevos miembros del Tribunal Constitucional. El solo hecho de ejercer esta prerrogativa constitucional desatará las fricciones y enfrentamientos que jalonearon a las instituciones hasta antes del cierre del Congreso. De otro lado, el nuevo Congreso debería y tiene la responsabilidad histórica de precisar el uso de la cuestión de confianza para restablecer el equilibrio de poderes. Otro tema que inevitablemente sacará chispas.

Planteadas las cosas así, es evidente que habrá espacio para la colaboración, pero también para la guerra. Si el Ejecutivo insiste con el libreto de confrontar al Congreso es evidente que perderá, porque semejante guion es difícil que se repita. Y si el Congreso va a la guerra por la guerra, es incuestionable que perderá apoyo con extrema rapidez.

En otras palabras, por esas cosas del azar, hoy la política parece organizarse para evitar las salidas excepcionales por cualquier lado y, de una u otra manera, una amplia coalición congresal, con una nueva legitimidad, estará en condiciones de restablecer el equilibrio de poderes que se canceló el 30 de setiembre pasado. Quizá asistimos al prolegómeno de una salida política a la polarización que ha envilecido a las instituciones republicanas en las dos últimas décadas. Ojalá.

Víctor Andrés Ponce
19 de enero del 2020

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