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Salvo el poder todo es ilusión

El entorno que niega su presencia en Palacio

Salvo el poder todo es ilusión
Víctor Andrés Ponce
24 de diciembre del 2018

 

El nombramiento de la Comisión de Notables para la reforma política  puede convertirse en otro capítulo de la guerra de Martín Vizcarra contra el Congreso, es decir, la estrategia de aumentar popularidad sin gobernar por el deterioro de la imagen del Legislativo. Al margen de los méritos académicos y políticos de Fernando Tuesta y de Martín Tanaka, es evidente que la mencionada comisión es un buque más que envía la izquierda en su afán de controlar instituciones y modificar la constitucionalidad y legalidad del país.

Más allá del trabajo de los llamados notables es evidente que las propuestas servirán para seguir tensando las relaciones Ejecutivo-Legislativo porque si el Congreso se demora, se pone de costado o se niega –ejerciendo sus prerrogativas constitucionales –es posible que el fantasma de la disolución legislativa vuelva a rondar el escenario político. Si las cosas van por allí, ¿cómo así la democracia peruana va a llegar al 2021? ¿No se percibe que la turbulencia política puede acabar con todos los activos institucionales y económicos?

La idea de notables que formulan propuestas y de un presidente Vizcarra que los presenta al Congreso solo puede provenir de la apuesta por un “presidente legislador”. Si bien todavía se guardan distancias institucionales, semejante imagen nos lleva derechito a los caudillos plebiscitarios del chavismo, que se convirtieron en “jefes de Estado legisladores” a punta de referéndums, reformando constituciones y convocando constituyentes, hasta lograr perpetuarse en el poder. En las democracias longevas los jefes de Estado nunca son legisladores. La idea de un presidente legislador solo puede provenir del análisis marxista acerca de que en el Perú está en un momento constituyente. De lo contrario, Vizcarra estaría resolviendo los problemas de la gobernabilidad para concretar un gobierno histórico.

Si analizamos lo realizado por la administración Vizcarra, todo puede resumirse en el concepto del presidente legislador y del momento constituyente. Hoy, por ejemplo, los resultados del referéndum han estatizado el sistema político con la prohibición a los partidos de contratar publicidad en radio y TV en las campañas electorales. De esta manera la estatización —en medio de la Constitución promercado de 1993— ha empoderado al Estado y a las empresas que administran frecuencias estatales en radio y TV. Peligroso.

La idea de un presidente legislador y un momento constituyente también se expresa en la obsesión de Vizcarra por no dejar escapar un detalle en la ley de desarrollo constitucional de la Junta Nacional de Justicia, no obstante que todos los académicos y constitucionalistas del país —casi todos— han alertado de los fracasos del Vizcarra legislador en las preguntas del referéndum pasado.

Bueno, ¿cómo explicar esta idea de un jefe de Estado legislador y de un momento constituyente? Para quienes estamos informados, en Palacio existe un núcleo de “notables marxistas” otoñales, que considera que ha llegado la hora del poder y que todos los logros de Vizcarra son atributos de sus respectivas genialidades, y no de los increíbles yerros que acumuló Fuerza Popular. Los notables marxistas de Palacio, sin embargo, niegan a los cuatro vientos su presencia en la Casa de Pizarro. Y al hacerlo evocan las extrañas conductas sigilosas y secretas de los asesores de Fujimori en los noventa.

Bueno los notables de Palacio parecen haber llegado a la conclusión de que se pueden controlar instituciones y permanecer en el poder, guardando ciertas formas y ensayando otras. ¿El modelo de Rafael Correa? De veras que se lo han creído. Un escenario de esta estrategia considera la posibilidad de que Vizcarra siga en la ola de popularidad; y en función de ese objetivo, se necesita controlar el TC para que posibilite una reelección presidencial. Igualmente se necesita controlar las instituciones judiciales para mantener a raya a la oposición (ya está sucediendo). Ante la caída en popularidad de Vizcarra, otro escenario pasa por encumbrar un candidato intentando colonizar Acción Popular u otros partidos. En estos razonamientos, cero idea de República, cero de país.

¿A qué vamos? Bueno los notables marxistas de Palacio no podrían desarrollar una estrategia de control institucional sin un presidente legislador y la idea de un momento constituyente. Ya sabemos cómo terminan estas estrategias en América Latina. ¡Felices Fiestas!

 

Víctor Andrés Ponce
24 de diciembre del 2018

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