LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Presidente Vizcarra, muy complicado
Pandemia y recesión siguen agravándose
Atrás ha quedado la primera semana de cuarentena, en que se pretendía celebrar sin siquiera haber comenzado la guerra contra la pandemia. El cumpleaños del presidente Vizcarra se convirtió en el pretexto para proclamar una supuesta victoria sobre el Covid-19. Sin embargo, la lucha contra una pandemia no es un asunto de información o desinformación –como parece creerse en predios oficialistas– por una sola razón: porque con el número de muertos no es posible dorar píldoras.
Los problemas estructurales del sistema de salud y la irresponsabilidad y frivolidad del Ejecutivo hicieron que la pandemia encuentre al Perú desarmado. No se habían comprado pruebas moleculares ni respiradores, y la cuarentena se convirtió en la única receta hasta que aparecieron la recesión, el hambre y miles de peruanos retornando a sus provincias, luego de perder sus empleos.
Hoy la discusión comienza a girar alrededor de la letalidad de la pandemia frente al número de muertos que causarán el hambre y la miseria que desatará la recesión. Para ser justos, el colapso económico no es culpa del Ejecutivo, porque lo mismo sucede en Estados Unidos, China, Europa y nuestros países vecinos. Sin embargo, la magnitud de la caída del PBI y los puntos más que aumentará la pobreza sí lo serán. La actual administración no podrá escapar a ese escrutinio. Imposible. Las cifras del mundo y del Perú estarán sobre la mesa.
En medio de la recesión y el aumento del hambre y la pobreza, el populismo resurge y se expande porque los políticos se sienten los salvadores del pueblo hambriento. El Congreso ha aprobado una ley que liquida el sistema previsional y el presidente Vizcarra, en vez de plantarse para defender el modelo, decidió jugar a dosis populistas. El Ejecutivo también aprobó sus retiros propios de las AFP. Temeroso de aparecer “al lado de los ricos”, el jefe de Estado no observó la mencionada ley, pero al final el Congreso promulgó la norma, de acuerdo a la Constitución.
Es la primera vez que Vizcarra pierde frente al Legislativo desde la ofensiva política que comenzó con el referendo. Y pierde por partida doble. Tuvo la oportunidad de aparecer como un jefe de Estado que defiende el modelo –como Sebastián Piñera en Chile e Iván Duque en Colombia–, pero prefirió el silencio. Perdió frente al Congreso y perdió la oportunidad de defender lo que funciona. La idea de la popularidad, del pueblo, parece haberse convertido en hoja de ruta del Ejecutivo y del Legislativo.
El Congreso ha recuperado poder político echando mano del ramplón populismo latinoamericano. Como se dice, ha marcado la cancha frente al Ejecutivo.
El presidente Vizcarra ya venía complicado hasta antes del reciente posicionamiento del Congreso. El ex ministro del Interior, Carlos Morán, uno de los principales colaboradores del jefe de Estado, había renunciado por denuncias de compras cuestionadas en la Policía. Entre el presidente del Consejo de Ministros, Vicente Zeballos, y la ministra de Economía, María Antonieta Alva, se había desatado una intensa confrontación por el llamado impuesto de solidaridad de las clases medias y el juego populista con las AFP. El titular de Justicia, Fernando Castañeda, está cuestionado por todos los sectores por la situación de los penales. Y el ministro de Salud, Víctor Zamora, nunca inspiró confianza.
En este contexto, ¿cuál es el futuro de la lucha contra la pandemia y la recesión en el Perú? Nadie en su sano juicio podría querer el fracaso general de la administración Vizcarra, porque significaría centenas de muertos más y miles de amenazados de muerte por la inanición. Sin embargo, el jefe de Estado solo tiene una opción: convocar al país, llamar a todos los sectores, a los amigos y a los enemigos, para formar un gabinete de unidad nacional. Si el presidente sigue rodeado por la izquierda comunista, el fracaso de la lucha contra el Covid-19 y contra la recesión parece cantado.
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