No repitamos lo de IDL-Reporteros y algunos medios

Ayer martes el suscrito se detuvo a analizar las portadas de los diarios y se quedó estupefacto. La coalición mediática —que ha linchado sin miramientos al fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, y al congresista, Mauricio Mulder— minimizaba sin pudores un audio (publicado por Manifiesto.pe) que registraba una llamada de César San Martín, vocal de la Corte Suprema, al ex presidente de la Corte Superior del Callao, Walter Ríos, (jefe de los Cuellos Blancos del Puerto) para pedirle un favor personal.

La noticia era apenas una llamada en las portadas que se perdía al primer golpe de vista. ¿Por qué la extrema sorpresa? Cuando salió el audio en que el cuestionado vocal Hinostroza le pedía a Chávarry acelerar un simple trámite administrativo en el Ministerio Público y cuando el mismo magistrado conversaba con Mulder, las portadas de los diarios, la radio y la televisión, simplemente, molieron al fiscal y el congresista con el objetivo de no dejar hueso sano. Los lincharon pese a que en las conversaciones no había nada relevante.

Sin embargo, con San Martín las cosas eran absolutamente diferentes. Los entrevistadores más radicales de la TV decían que no había nada trascendente, que se debía investigar. ¡Vaya! Más allá de que un reconocido jurista como Enrique Ghersi haya sostenido que en el audio de San Martín pueden existir consecuencias penales, es interesante subrayar el doble rasero de algunos para tratar estos asuntos.

Todos estos hechos ratifican el criterio de que IDL-Reporteros, luego de propalar una primera oleada de audios en que se desvelaba un repudiable tráfico de influencias, lanzó otra en que los implicados en delitos mencionaban o hablaban con terceros sobre los adversarios políticos y judiciales de la mencionada ONG. El objetivo: comprometer a los rivales con la corrupción. A estas alturas la pregunta que surge es: ¿el audio de San Martín lo tenía IDL-Reporteros? ¿Por qué no lo propaló? La respuesta es más que evidente.

Sin embargo, al margen de estas reflexiones, quienes defendemos la democracia y los principios de la sociedad abierta no podemos caer en la envilecedora polarización que llevó a IDL-Reporteros y a algunos medios a pretender embarrar la trayectoria de sus adversarios políticos y judiciales con audios intrascendentes. De ninguna manera. De allí que por más distancias y críticas que se mantengan con San Martín no debemos caer en el fácil linchamiento por una conducta que debe gozar de la presunción de inocencia hasta que se pruebe lo contrario. ¿A qué vamos?

Una de las estrategias de los proyectos autoritarios es pretender que las sociedades sancionen y linchen conductas éticas cuestionables, opiniones y pensamientos. Allí reside el triunfo del Gran Hermano que describe Orwell en su novela 1984. Los juicios de Moscú con los que Stalin molió a todos sus adversarios —entre ellos al comité central bolchevique— se basaron en condenas éticas que dependían del humor y de las correlaciones del poder.

Como todos sabemos, en las sociedades abiertas y, de acuerdo a las grandes tradiciones democráticas y liberales, solo se sancionan los delitos; es decir, los tipos penales claramente establecidos en la ley. Más allá de esa tipicidad no hay sanción. De esa manera todos los grupos privados guardan en casa sus visiones éticas y se someten al contrato social, que establece la tipología penal que se debe sancionar. Algo diferente organizaría un estado de naturaleza, la ley de la selva.

En el Perú la estrategia de IDL-Reporteros y algunos medios, por diversas causas y razones, pretende que los linchamientos mediáticos se desarrollen alrededor de conductas éticas. El audio de San Martín con Ríos nos recuerda la manera injusta cómo se ha intentado demoler a los rivales mediante grabaciones intrascendentes. Repetir esa conducta no es el camino para derrotar las estrategias oscuras de IDL-Reporteros.

Los demócratas siempre ganan con las armas de la democracia, la Constitución y la ley. No se confundan, no es debilidad, es la mejor manera de hacer la guerra contra los enemigos de la sociedad abierta.