LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¡Destruyendo la unidad nacional!
¿Se pretende aprovechar políticamente la emergencia?
Una de las cosas más sorprendentes que produce la guerra contra el Covid-19 (coronavirus) es un proceso de unidad nacional que supera al Ejecutivo, al Congreso, a los diversos sectores políticos, económicos y sociales. En cualquier caso, los sociólogos que hacen sociología –no ideología– tienen harto material para el futuro. Ya no solo se trata de la guerra contra Sendero Luminoso ni la última clasificación al Mundial de Fútbol –eventos que permitieron que asomara un rostro más definido de la peruanidad–, sino que ahora la guerra contra el coronavirus unifica a ricos y pobres, a todos los sectores sociales y a las sociedades formales e informales. Quizá no haya precedente.
Más allá de los errores acumulados durante su administración, el presidente Vizcarra asumió decisiones acertadas para enfrentar la posibilidad de una explosión de contagios: decretó el estado de emergencia y la cuarenta social. Allí estábamos en esta semana cuando en las redes sociales surgió una campaña que endiosaba las virtudes del jefe de Estado: el mandatario mantenía la calma en medio de tempestades y huracanes y tomaba las decisiones correctas. ¿Cuál es la razón de esta campaña? Nadie lo entiende. Si el acatamiento del Perú formal e informal de las medidas de cuarentena social eran la expresión clara del éxito de las medidas del Ejecutivo.
Luego apareció una encuesta que revelaba que el 95% estaba de acuerdo con la cuarentena y que la popularidad del presidente Vizcarra había trepado considerablemente. ¿De dónde viene la necesidad de estas mediciones en medio de una convergencia nacional nunca antes vista? Más tarde, en las redes sociales se promovió la celebración del cumpleaños del jefe de Estado.
En el acto, sectores de la oposición comenzaron a señalar que algunos pretendían utilizar la emergencia nacional para perpetuarse en el poder. La unidad nacional comenzaba a resquebrajarse frente al absurdo intento de algunos sectores de desarrollar un culto a la personalidad en un momento tan delicado para la peruanidad.
Cuando se fractura la unidad nacional de este momento no se juega el fracaso o la victoria del Ejecutivo sino de toda la sociedad. El fenómeno puede ser tan devastador que no solo amenaza a la población de la tercera edad, a los pobres y a los desvalidos, sino que puede empujar al país varias décadas atrás, con recesión y aumento de pobreza.
Quienes fracturan la unidad nacional deben entender que el Ejecutivo ha acertado en las medidas de corto plazo porque eran las únicas que se podían tomar. Y eran las únicas porque el Ejecutivo no había vigilado las fronteras y el sistema de salud estaba virtualmente abandonado. Ni siquiera se habían comprado los kits de pruebas masivas. En otras palabras, no se había gobernado en los últimos dos años.
En ese contexto, todos los peruanos de buena voluntad deben apoyar las medidas de emergencia y postergar las diferencias, mientras el Ejecutivo organiza al Estado para librar una guerra de largo plazo contra el Covid-19. Allí reside el sentido de la unidad nacional.
Sin embargo, si apenas pasada una semana del estado de emergencia algunos pretenden “cosechar políticamente”, tarde o temprano, a la amenaza del virus se sumará la falta de unidad nacional. Surgirán voces disonantes en contra de las medidas de emergencia, los sectores informales entrarán en desesperación por el diario para sobrevivir y nuestra sociedad, que ha alcanzado un momento excepcional, podría enfrentar un desborde sin precedentes. ¿No se dan cuenta acaso que, en medio de la lucha contra el virus, la recesión y el aumento de pobreza, tocan nuestras puertas?
Por todas estas consideraciones, no destruyan la unidad nacional, por favor. Piensen en los ancianos, en los pobres y en los más frágiles.
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