LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Los proyectos de Palacio
Y la polvareda de sospechas levantada por las licitaciones
Todo parece indicar que la desaceleración económica será en uno de los temas de debate centrales de la campaña electoral del 2016. De pronto, la mayoría de protagonistas políticos parece entender que no hay respaldo popular sin crecimiento y que el crecimiento solo es posible con inversión. Desde los cruces de espadas entre los ex ministros de Economía hasta el reciente paquete reactivador propuesto el gobierno apuntan en ese sentido. Pero lo que ratifica la percepción de que las cosas van por allí es la manera cómo la oposición empieza a criticar el frenazo económico. En todo caso, buen punto para la política.
Si las cosas son así, es inevitable que la desaceleración desate la impaciencia en Palacio, sobre todo cuando existe la obsesión de mirar todas las cosas con el prisma del 2016. Quizá por allí se explique la manera cómo el gobierno ha aprobado proyectos por US$ 15,000 millones que han desatado una polvareda de sospechas. Por ejemplo, el acucioso director de Perú 21, Juan José Garrido, en su columna del martes pasado sostiene que el régimen actual podría ser “uno de los más turbios del país”.
Las críticas desatadas a la manera cómo se otorgó la concesión del gasoducto del sur por US$ 7,328 millones; la forma cómo se elevaron los estimados de la línea del Metro N. 2 hasta llegar a los US$ 6,000 millones y los cuestionamientos fundados a la rentabilidad del Proyecto de Modernización de la Refinería de US$ 3,500 millones - de los que el Estado garantizará US$ 1,000 - parecerían confirmar que el gobierno ha ingresado en un túnel oscuro y sin salida que, al margen de hechos y voluntades, afectará la política y la economía.
Con sangre en el ojo, Alan García ha lanzado varios misiles contra los presupuestos técnicos del gasoducto del sur y de la línea del metro, dejando entrever que Ollanta Humala y, posiblemente, Nadine Heredia, se las tendrán que ver con la nueva mayoría parlamentaria luego del 2016. Si las cosas fueran así, entonces, todos los presidentes electos vivos de la República del Perú tendrían algo que ver con la justicia, ya sea por cumplir sentencias, blindarse en el Congreso o ser víctimas de persecuciones políticas. En todo caso, qué contraste, qué envidia, con los ex mandatarios chilenos que, más allá de sus posiciones políticas, se convierten en patriarcas del proceso político.
Otro efecto de las ondas expansivas de estas denuncias, inevitablemente, afectará a la economía misma. De súbito, en el milagro económico que el mundo todavía celebra, surgen licitaciones por US$ 15,000 millones que son cuestionadas por la oposición. ¿Qué clase de milagro económico es?, será la interrogante.
Los ensayos y amagues de la pareja presidencial con el estatismo y el autoritarismo pasarán una inmensa factura al país. Si bien las mayorías del país lograron que se mantuviera la institucionalidad y la economía de mercado, la manera cómo se ha herido el crecimiento es grave y costará varios años retomar el impulso que tenía el país. Si los estatistas permanecen replegados sin convertir el frenazo en un festín ideológico contra el mercado es porque no tienen alternativa: Argentina y Venezuela se desmoronan como un castillo de naipes, y Bolivia y Ecuador, con sus autócratas a la cabeza, comienzan a convocar a la inversión privada.
Por Víctor Andrés Ponce
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