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La prensa anti capitalista

Reflexiones sobre la ley de publicidad estatal

La prensa anti capitalista
Víctor Andrés Ponce
22 de junio del 2018

 

Uno de los mayores triunfos de la izquierda anti capitalista en el mundo es haber desvinculado la democracia y las libertades del capitalismo. Sobre la base de los yerros y abusos de algunas empresas, en las economías desarrolladas la izquierda —tras la caída del Muro de Berlín— logró extender un humor anti empresarial que ha llevado a muchos intelectuales liberales y promercado a sostener que el capitalismo está condenado a tener poca prensa en Occidente. Sin embargo ese humor anti capitalista y antimercado tiene serios límites en Occidente. Por ejemplo, el diario El País de España puede darse el lujo de promover en sus páginas a toda la izquierda elemental de América Latina, pero nunca se atrevería a cuestionar las bases económicas sobre las cuales se construye la Unión Europea.

¿A qué viene todo esto? Desde el nadinismo hasta nuestros días existe un humor mediático mayoritario en el Perú que no solo ha sido antialanista y antifujimorista, sino que también ha tenido un cargado tufillo anti empresarial. Ahora bien, podría darse el caso de que en el Perú se hubiese cometido una serie de yerros empresariales que justifiquen esa tendencia. Es evidente que el caso Lava Jato, que demostró la oscuridad de las compañías brasileñas, ha ensuciado a las compañías peruanas. Igualmente los casos de concertación de precios de empresas desatan la justificada indignación de los consumidores. Sin embargo, ¿esos hechos explican por sí solos el humor anti inversión en general? Creemos que no.

Por ejemplo, tomemos el caso del proyecto Conga. Desde un punto de vista racional, ¿qué justificación pudo haber existido para oponerse al Estudio de Impacto Ambiental de este emprendimiento que, incluso, contó con un arbitraje internacional? Ninguno. Sin embargo los titulares y avances de los medios con respecto al peligro que corrían ciertas lagunas se convirtió en tendencia nacional. Asimismo, la puesta en escena de Máxima Acuña de Chaupe, convertida en emblema de la estrategia antiminera en Cajamarca, se transformó en una ola mediática en radio, televisión y prensa, no obstante las evidentes mentiras. Algo parecido sucedió con la información mediática en contra del proyecto Tía María.

Otro ejemplo. Hoy se presenta el caso de los octógonos para las etiquetas de los alimentos industriales. El comunicador Elmer Huertas, unos meses atrás, defendía el sistema de semáforos (colores rojo, amarillo y verde) para las etiquetas de los alimentos procesados en el Ecuador. Sin embargo hoy se ha convertido en enemigo acérrimo del semáforo y en el teórico de los octógonos. El presidente Vizcarra habla de deudas empresariales que suman el 1% del PBI, no obstante que todas las supuestas obligaciones están en disputa entre el Estado y las empresas, y los medios comienzan a golpear. ¿Por qué el humor anti empresarial?

Teóricamente es imposible imaginar la libertad de prensa sin la propiedad privada de los medios, un mercado de la publicidad y la presencia de excelentes periodistas. En otras palabras, la libertad de prensa existe por el capitalismo. De lo contrario el rey o el partido único sería el dueño de los medios. De allí que —teóricamente también— sea difícil imaginar una prensa independiente anticapitalista. ¿Cómo pelearía el mercado de la publicidad?

En este contexto, aquí planteamos una hipótesis: el tufillo anti empresarial de ciertos medios solo se puede explicar porque desde el nadinismo hasta la fecha el Estado ha desarrollado una política de subsidios de los medios, en contra de todos los principios constitucionales establecidos en la Carta Política. De lo contrario, no existiría esa tendencia claramente anti empresarial, por la ineludible necesidad de disputar el mercado de la publicidad. De allí la urgencia y la necesidad de retirar el subsidio estatal a los medios privados para que recuperen la naturaleza que les atribuye la libertad de prensa.

El asunto de los medios comienza a parecerse demasiado a la idea de que solo el Estado financie a los partidos políticos. Con medios y partidos estatizados, casi es seguro que alguien estatista habrá tomado el poder. ¿O no?

En cualquier caso, a lo mejor la teoría no sirve para explicar el caso peruano. Sucede a veces.

 

Víctor Andrés Ponce
22 de junio del 2018

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