LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La política en tiempos de coronavirus
Evitar la explosión de las infecciones
Es evidente que ante la amenaza de que el Covid-19 se convierta en una pandemia en el Perú, inevitablemente, tiene que surgir un sentimiento de unidad nacional, una búsqueda general de convergencias para unir los esfuerzos del Estado, el sector privado y la sociedad, y evitar que explosionen las infecciones del coronavirus. Algo así está empezando a suceder, al margen de cualquier intención, y ya se siente en las calles, las redes sociales y también entre los políticos. Quizá el video de mal gusto de Salvador del Solar, en que pretende iniciar una campaña electoral con el tema del coronavirus, sea la nota discordante.
Ahora bien, es incuestionable también que el sentimiento de unidad nacional que se levanta en el país favorece a la administración Vizcarra. Negarlo es seguir atrapado en las pasiones y priorizar el análisis de facción. Y es evidente también que el estado de emergencia, la cuarentena social, el cierre de las fronteras y las medidas restrictivas adoptadas por el Ejecutivo favorecerán a los intereses de Palacio.
En este contexto, los fracasos de la administración Vizcarra en relanzar el crecimiento, en la reconstrucción del norte, en la lucha por detener la ola criminal y en otros asuntos de gobernabilidad, se velarán frente a la lucha para detener la expansión del coronavirus y ante la unidad nacional que se extiende por el país. Incluso la llamada lucha anticorrupción, que acapara la atención de los medios tendrá que ceder a los temas de la guerra en contra del Covid-19.
Todos estos hechos suceden cuando el Congreso se instalará e iniciará sesiones para elegir la nueva mesa directiva. En este contexto, la idea de que surgirá un nuevo rostro de la oposición en el Legislativo –muy necesario y urgente– que restablezca el equilibrio de poderes, puede postergarse hasta el final de la guerra contra el Covid-19 o puede pasar extremadamente desapercibida para la mayoría.
¿Qué pretendemos señalar? Que la posibilidad de que las infecciones del Codiv-19 explosionen en el Perú crea una sensación de guerra inevitable. Si hay dudas, estas se despejan en el acto con solo contemplar las calles despobladas de las principales ciudades de Europa y el desplome de las principales bolsas económicas. Y la guerra causa temor y voluntad de enfrentarla. Y tal como están las cosas en el Perú, con un proceso de desinstitucionalización pocas veces visto en los últimos 20 años, el éxito en la detención de una posible pandemia del coronavirus hoy depende exclusivamente del Ejecutivo. Felizmente las cosas no están tan mal.
Sin embargo, considerando las fragilidades de nuestro sistema de salud –sobre todo en las provincias–, considerando que siete millones de personas no cuentan con agua potable en el Perú –en Lima son más de 800,000–, es evidente que todas las medidas de emergencia serán insuficientes.
Lo más doloroso para cualquier peruano de buena voluntad es que una pandemia del Covid-19 se convierte en una máquina mortal de limpieza eugenésica de nuestros ancianos. Hoy que nos vanagloriamos de haber logrado aumentar la esperanza de vida en el mundo y en nuestro país, ¿cómo así va a venir un virus y nos va a arrojar varias décadas o siglos atrás? De allí viene ese sentimiento de unidad nacional, pues.
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