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La huelga magisterial y el mito Saavedra

La huelga magisterial y el mito Saavedra
Víctor Andrés Ponce
28 de agosto del 2017

Reflexiones para un urgente y necesario debate

Una de las cosas que me llamó extremadamente la atención durante los picos de tensión de la huelga magisterial fue la voluntad de algunos periodistas de culpar a la mayoría legislativa del conflicto social, debido a la censura de Jaime Saavedra en el Ministerio de Educación (Minedu). Según este razonamiento, Saavedra no solo era un buen técnico sino un político a carta cabal que sabía “manejar a los sindicatos magisteriales”. A Marilú Martens, la sucesora, entonces se le escaparon los caballos.

Me temo que la gestión de Saavedra comienza a ser un mito organizado por la izquierda que —si no tiene una respuesta seria, una voluntad de investigación— podría quedar flotando en la sociedad. Tal como sucedió, por ejemplo, con las llamadas “políticas sistemáticas de violación de DD. HH.” y “la política estatal de esterilizaciones forzadas” en los noventa.

Sorprendentemente para el suscrito —tratando de alejarse de las pasiones y los prejuicios ideológicos— la principal responsabilidad de esta huelga magisterial recae en el nacionalismo y en la gestión de Saavedra al frente del Minedu.

Al respecto vale señalar que, incuestionablemente, la reforma meritocrática de la escuela pública comenzó con la gestión de José Antonio Chang en el Minedu. El hombre quebró el espinazo sindical del SUTEP y aprobó una Ley de Carrera Pública Magisterial. Pero no solo fue palo, sino también zanahoria. Con Patria Roja se negoció la libre afiliación de los maestros a la Derrama Magisterial, por ejemplo.

Sin embargo lo más importante la gestión Chang es que se desarrolló una política de capacitación. De los más de 300,000 profesores, se capacitaron a 160,000 docentes en las mejores universidades públicas y privadas. El éxito fue evidente: 30,000 maestros se incorporaron a la nueva carrera magisterial, mientras solo se contrataron a 15,000.

Durante la administración Saavedra se retomó la reforma meritocrática que había abandonado su antecesora, Patricia Salas; pero el tecnócrata —endiosado por algunos— convirtió la batalla contra el sector privado en la educación en “la batalla final” de su reforma. De pronto, los periodistas y la mayoría de peruanos empezaron a creer que el sector privado (que solo suma un tercio de la matrícula en la educación básica) era el responsable de la debacle educativa. Investigadores como Hugo Ñopo de Grade y otros técnicos condimentaron las cifras para desarrollar ese relato. Hoy la huelga magisterial nos demuestra que así no son las cosas.

Pero eso no es todo. Los números nos indican que en la administración Saavedra, en la práctica, se abandonó el impulso meritocrático desarrollado por Chang. Por ejemplo, no se continuó con la política nacional de capacitación, excepto algunos programas inconexos y aislados. De otro lado solo se nombraron algo más de 8,000 profesores en la nueva carrera magisterial y se contrataron alrededor de 160,000 docentes. Si las cosas son así, entonces, ¿acaso no se había construido el argumento perfecto para que los radicales levanten temores acerca de despedidos masivos en los docentes? ¿No era evidente que se venía una protesta a nivel nacional? Por supuesto que sí.

De allí que el motivo principal de la huelga no haya sido el aumento de salarios (con el aumento se habría levantando la huelga en el acto), sino el fin de la meritocracia. ¿Cómo así entonces sigue la campaña a favor del mito Saavedra? Por ejemplo, se dice que el hombre está en el Banco Mundial (BM), pero se olvida que la reforma que posibilitó la inversión privada en el sector educación en los noventa fue propuesta por el BM. Las referencias al Banco Mundial entonces deberían significar un punto de referencia para iniciar el debate, no para terminarlo.

¿Qué hacer? De una u otra manera, el Perú necesita un informe de la gestión Saavedra, ya sea de organismos independientes de la sociedad civil o del propio Congreso, con objeto de agregar insumos fundamentales para el debate que debemos desarrollar sobre la reforma educativa.

A nuestro entender, el proyecto Saavedra era estatista de principio a fin. Hubo mejora presupuestal y aumento a los docentes. Sin embargo, Pedro Castillo pide 10% del PBI para educación y todo es insuficiente. Es decir, con lógicas estatistas siempre ganará el más estatista. La reforma meritocrática de la escuela pública busca acabar con el desastre causado por la izquierda en el siglo pasado. A la izquierda y el estatismo solo se le enfrenta con liberalismo y protagonismo de los consumidores.

 

Víctor Andrés Ponce

 
Víctor Andrés Ponce
28 de agosto del 2017

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