LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La historia invisible
Sobre la victoriosa y heroica guerra campesina contra el terrorismo
En el artículo La república invisible, publicado en El Comercio, la historiadora Carmen Mc Evoy recuerda “la historia épica de los centenares de ciudadanos de aquella república invisible que peleó en solitario contra el terrorismo…” En seguida señala que esa historia olvidada hoy se puede visibilizar con el apoyo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
La historiadora nos deja en claro que su aproximación a la reciente historia, comparte, en general, los criterios de la izquierda que se plasman en el Informe de la Comisión de la Verdad. Para Mc Evoy, de alguna manera, la historia épica de esa república invisible está conformada por víctimas, por caídos en manos del terror senderista. Sin embargo reducir la memoria de la gesta campesina a un asunto de víctimas es una manera de contribuir a que lo invisible continúe en el anonimato ante los ojos de las futuras generaciones de peruanos.
Si los campesinos que pelearon contra el terror colectivista solo fueron víctimas, entonces, de alguna manera, son menores de edad, ciudadanos subordinados en espera de un salvador, ya sea el estado o el informe paternalista de la Comisión de la Verdad. Y esa conducta nada tiene que ver con la emergencia del mundo andino que trituró al terror colectivista en el campo y derribó las cordilleras que se había levantado contra el universo indigena en las ciudades.
La guerra que libraron los peruanos y, sobre todo, los campesinos, contra el terror senderista es quizá la primera gran guerra nacional en la que se atisbó una idea de peruanidad. Ni las guerras de Independencia, ni la Guerra del Pacífico, ni las guerras contra el Ecuador tuvieron las connotaciones nacionales de la lucha contra el senderismo.
El rico, el clasemediero, el pobre, el miraflorino, el huamanguino, el ashaninka y muchos más, olieron la pólvora de las bombas senderistas. Ni la Casa de Pizarro se salvó del ataque. Si Riva Agüero, Víctor Andrés Belaunde, Haya de la Torre y el propio Mariátegui se levantaran de sus tumbas es casi seguro que se atreverían a afirmar que la guerra contra el terror es uno de los primeros hechos del Perú como nación junto con la gesta de los mercados populares que derribaron las murallas de la sociedad oligárquica.
Sin embargo, para la izquierda en la guerra contra el terror solo hubo víctimas. No hay héroes, ni monumentos que erigir, ni batallas que reconstruir. Es la historia oficial del pesimismo que justifica el sesgo ideológico de la Comisión de la Verdad que subvalora la movilización campesina más impresionante de nuestra historia, donde los ronderos salían de todas partes y molían a las columnas senderistas.
La negativa a celebrar una victoria de parte del Perú oficial, finalmente, poco a poco, restaura los criterios oligárquicos con que la sociedad criolla siempre ha contemplado al mundo andino. Como solo son víctimas, son los eternos pobrecitos a los que hay que socorrer con informes y proyectos de ONGs, son los ciudadanos de segunda clase que no necesitan derechos y oportunidades.
En el país se necesitan otras aproximaciones sobre la reciente guerra que los peruanos libraron contra el colectivismo terrorista. Se necesitan historias y relatos que se alejen de la historia oficial y reconstruyan las batallas, reconozcan a los generales y coroneles campesinos que dirigieron a miles de hombres en los enfrentamientos que determinaron la gran emergencia andina del último cuarto de siglo del Perú.
Por: Víctor Andrés Ponce
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