LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La guerra de poderes y el populismo
El Congreso desbordado por su ala demagógica
Es evidente que siguen las colisiones entre el Ejecutivo y el Congreso. Si alguien duda de ese curso de enfrentamientos solo revise las noticias de la semana y advertirá que el choque es brutal. Y los misiles van de un lado a otro, y viceversa. No es que uno de los sectores se imponga sobre el otro. De ninguna manera. Todo indica que las cosas pueden escalar a mayores en medio de una pandemia que ya ha causado más de 70,000 muertes en exceso y una de las megarrecesiones más devastadoras de los últimos cien años.
A más golpes de un lado, lo seguro es que sobrevendrán otros de la orilla opuesta. Sin embargo, lo grave de todo no solo es que se está destruyendo la institucionalidad republicana, sino que todo el edificio económico construido en las últimas tres décadas comienza a desmontarse, ladrillo por ladrillo. Ante el mal uso del Ejecutivo de los llamados decretos de urgencia, el Congreso responde desarrollando iniciativa de gasto, y de pronto, el populismo se convierte en lógica predominante en las disputas de poderes.
Sin embargo, el Congreso comienza a ser desbordado por su ala izquierda y la lógica populista. La Ley que ordena devolver los aportes de la ONP y la reciente Ley de Trabajadoras del Hogar son dos normas que nos revelan que el Legislativo ya perdió el control, en medio de una grita que no atiende a los mandatos de la Constitución, las leyes y la racionalidad económica.
Ante la ley de la ONP del Congreso, el Ejecutivo responde con su propia propuesta de alargar la vida del sistema estatal de pensiones en el mediano y largo plazo, no obstante que los estudios señalan que esta entidad debería convertirse en una AFP para evitar que los congresistas vuelvan a sumergirse en los pantanos del populismo. Ante la nueva Ley de Trabajadoras del Hogar –que crea derechos imaginarios, al igual que los magos sacan conejos del sombrero–, en el preciso momento en que las familias se sumergen en una ola de quiebras y prescinden del servicio, ¿acaso el Ejecutivo estará en condiciones de observar la mencionada norma? Creemos que no. El Ejecutivo también quiere popularidad, pese a que se trata de una entidad que entregará el poder en pocos meses.
En este escenario, pues, estamos ante un verdadero garbanzal de los comunistas y populistas, mientras algunos congresistas creen que se están ganando una carrerita política gritando contra el BCR y las pocas entidades que siguen salvando la responsabilidad en la economía. La conclusión inevitable será que “la Constitución y la economía neoliberal han fracaso”. ¿Cómo hemos llegado a este momento de autodestrucción nacional?
El nivel de la clase política actual solo tiene una explicación: las reformas constitucionales que impulsó el Ejecutivo luego del referendo. Reformas elaboradas por improvisados, sin conocimiento alguno de las grandes tradiciones constitucionales, y que solo apuntaban al control de las instituciones a favor de un sector de la sociedad. Y la peor de todas esas reformas, evidentemente, fue la imposibilidad de reelegir a los congresistas o de establecer un Senado.
Mientras la humanidad se pasó siglos hablando de las urgencias y necesidades de una élite para el desarrollo de las sociedades, las repúblicas y la política, en el Perú, por la encuesta de la semana, se aprobó la no reelección congresal. Los resultados están a la vista. Congresistas que gritan creyendo que están haciendo carrera política, cuando solo están sepultando todos los logros de las últimas décadas y quizá también cavando la propia tumba.
COMENTARIOS