LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
La eterna cuarentena y los caídos por el hambre
Recesión y hambre pueden matar mucho más que el Covid-19
Parece increíble, inverosímil, pero existen sectores que ante el fracaso del sector Salud en la contención de la pandemia del Covid-19 sugieren que la cuarentena se prolongue. ¿Cómo es posible que existan este tipo de criterios, a sabiendas de que la economía caerá más de 10% del PBI, que la pobreza aumentará entre 5 y 6 puntos –pese a la ayuda social– y que cerca de dos millones de personas perderán sus empleos en las ciudades?
Es evidente que semejantes posiciones no tienen que ver con criterios de política sanitaria. En el Perú la cuarentena forzada no funciona porque el 60% de la sociedad y la economía es informal, y millones de peruanos tienen que vender y comprar diariamente para llevar el pan a casa. Ocho semanas de cuarentena nos dejan esa incuestionable lección. ¿Por qué insistir, entonces, en ese criterio? Quizá la desesperación de un ministro o del Ejecutivo de ver derrumbarse la popularidad frente al cada vez más evidente colapso del sistema de salud puede ser una razón. A más evidencia, la gente percibirá más irresponsabilidad y frivolidad en el actual Gobierno. No se hizo nada, no se compró nada, ni pruebas moleculares ni respiradores, no obstante que al Estado le sobraban recursos. Muchas encuestas y guerra política.
Sin embargo, en las últimas horas diversos representantes del Frente Amplio y la izquierda comunista comienzan a pronunciarse a favor de alargar la cuarentena. No les importa los miles que morirán de hambre, incluso muchos más que por el coronavirus. ¿Por qué? Quizá la respuesta tenga que ver con la manera en que que se ha comenzado a desmontar el modelo económico. Una cuarentena más extendida profundiza la recesión, la pérdida de empleo y el hambre, y justifica las salidas desesperadas que alimentan los populismos y las demagogias. Por ejemplo, el Ejecutivo y el Legislativo han competido descaradamente para desmontar el sistema previsional. Cada poder del Estado aprobó su propio retiro de las AFP, y el sistema privado de pensiones se descapitalizará en S/ 30,000 millones.
Igualmente el Ejecutivo, sediento de popularidad, acaba de aprobar un sistema de control de precios indirecto en la educación privada: los usuarios pueden cuestionar los precios de las pensiones y judicializar a los claustros, porque muchos han perdido su trabajo por la cuarentena del Ejecutivo.
El avance del populismo y el estatismo preocupa y resucita teorías conspirativas. ¿Y si hay sectores que quieren más cuarentena para profundizar la recesión y el hambre y justificar el avance de la demagogia populista para desmontar el modelo? ¿Acaso no es una manera de hacerse del poder?
La cuarentena no puede ir más porque nadie la respetará. El hambre obligará a la gente a salir a las calles a vender, y miles regresarán a sus provincias para sobrevivir. ¿Significa entonces que no hay estrategia sanitaria frente a la pandemia por la urgencia de reactivar la economía? De ninguna manera. La primera medida debería ser llamar a la sociedad a cuidar y a aislar a los mayores de sesenta años, en todos los estratos sociales y en las provincias más alejadas, mientras avanza el virus. ¿Por qué? El fracaso en la contención de la pandemia nos está llevando a la inmunidad colectiva. En unas semanas las infecciones bajarán porque la cantidad de recuperados superará a los infectados. En Lima se notará con prontitud, y luego en provincias el mal rebotará por oleadas. Cuidar a los mayores, aislarlos, aplicar autocuarentenas conscientes, mientras los jóvenes trabajan y corren. Es el camino de Suecia.
El Estado debe aliarse con las organizaciones populares –dirigencias vecinales, dirigencias de mercados, clubes de madres, comedores populares, comités de seguridad ciudadana, alcaldes– para organizar a la sociedad con criterios de distanciamiento social mientras se reactiva la economía. Y el Minsa debe convertir al sector de atención primaria en la primera línea de guerra para organizar a la sociedad y prevenir. De esta manera el virus se aislará en las comunidades, se atenderán los casos con prontitud y no llegarán a los hospitales.
Gracias a Dios que dos tercios de nuestra población es joven y la mortandad no será como en Europa o en Estados Unidos ( en esas áreas dos tercios es mayor y uno joven). Gracias a Dios también que nuestros médicos son verdaderos artistas (a diferencia de los europeos) porque conocen la malaria, el dengue, el zika, la chikungunya, y ya encontraron un tratamiento efectivo, en base a la ivermectina, para los infectados con el coronavirus, en las etapas iniciales. Los resultados son asombrosos.
Prolongar la cuarentena, pues, suena a locura. Una estrategia sanitaria inteligente con reactivación a todo vapor es el camino.
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