¡Investigar quién es el “periodista” de la Fiscalía!

Los resultados del referéndum —es decir, la no reelección congresal sin bicameralidad, la estatización de las campañas electorales y la creación de una Junta Nacional de Justicia que fomenta la inestabilidad en los magistrados— expresan un peligroso nivel de envilecimiento del orden constitucional. Seguramente los únicos felices con estos resultados son los sectores antisistema, que proponen una asamblea constituyente para redactar una carta política anticapitalista. El vizcarrismo ha bastardeado la Constitución que acumulaba dos décadas de democracia, pero la crisis en el Ministerio Público ha sido solo la cabecera de playa de esta estrategia de desinstitucionalización.

El Ministerio Público hoy, como institución, se parece a un país en escombros luego de una guerra prolongada de desgaste. Cuando Pedro Chávarry —quizá el hombre más decente, más derecho, de todos los fiscales supremos (así lo indican cuatro décadas de trayectoria impecable y las investigaciones de los verdaderos periodistas)— asumió la Fiscalía de la Nación se desató una verdadera guerra del fin del mundo. Se le acusó de todo, desde fujimorista y aprista hasta socio de Lucifer. Sin embargo, el hombre fue derribado por dos fiscales muy medianos, Rafael Vela y Domingo Pérez, en medio del aplauso mediático.

Pérez incluso pechaba abiertamente a Chávarry y, al final, respaldado por los flashes y las cámaras, se atrevió a allanar las oficinas del Fiscal de la Nación. Quienes investigamos el tema durante esas semanas sabemos que Chávarry ni siquiera mantenía contactos con el fujimorismo. El único problema para sus detractores es que no era controlable. Era un magistrado antiguo, que solo creía en códigos y procesos, y quizá por eso fue derribado: nunca entendió que enfrentaba una guerra política.

En esta guerra de fiscales provisionales y supremos, que acusaban sin fundamentos a Chávarry con el respaldo del presidente Vizcarra, los medios tradicionales y congresistas, encabezados por marxistas como Gino Costa, ¿en dónde estaba el epicentro de la destrucción de una entidad tutelar de nuestro sistema de justicia? Esta semana el periodista Fernando Rospigliosi, en su columna semanal en El Comercio, titulada “Desacuerdo con Odebrecht” soltó una bomba: el ex fiscal de la Nación Pablo Sánchez, en la práctica, había entregado la conducción del Ministerio Público a un sector político. Según Rospigliosi, el ex jefe del caso Lava Jato, Hamilton Castro, no solo tenía problemas con el mediático fiscal Vela, sino que se enemistó con un periodista más que influyente en el Ministerio Público. Rospigliosi revela que Sánchez le pidió a Hamilton que se reuniera con el hombre de prensa (en la jerarquizada Fiscalía antes era una orden) y el magistrado accedió. En medio de la junta, cuando el periodista parecía sugerir y ordenar estrategias, apretó una tecla de su computadora y se escuchó la voz de Hamilton. Al ex jefe del caso Lava Jato lo estaban grabando.

Considerando que muchos magistrados han sido, en la práctica, presionados con amenazas de grabaciones y supuestas vinculaciones (sobre todo con el muñeco de “Los Cuellos Blancos”) es urgente investigar quién es este personaje que pretendía grabar al ex jefe del caso Lava Jato. Seguir este hilo no solo nos puede llevar al epicentro de la destrucción del Ministerio Público, sino que nos puede indicar cómo, realmente, se está llevando el caso Lava Jato, demasiado importante para el curso de la democracia.

Los jueces del Poder Judicial ya están reaccionado frente a la desinstitucionalización y el mangoneo de la Fiscalía por parte de un sector político. Las recientes decisiones judiciales sobre casos políticos emblemáticos revelan que los magistrados están hartos de la justicia plebiscitaria. Bueno, si en el Poder Judicial ya existe reacción, en el Congreso se debe formar una comisión investigadora para indagar quién es este personaje que utiliza la fachada de periodista (verdadera amenaza para la profesión) para controlar entidades fundamentales de la democracia y la sociedad abierta.