LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
Ganadores y perdedores desconcertados
Ejecutivo cerca de otras infracciones constitucionales
Luego de más de una semana de la disolución inconstitucional del Congreso, el Perú aparece extremadamente golpeado a nivel internacional, y a nivel interno el desconcierto se apodera de ganadores y perdedores. El Wall Street Journal, The Economist y El Nuevo Herald señalan, sin ambages, que la administración de Martín Vizcarra se ha convertido en una de facto. El país empieza a ser observado como una sociedad al margen de los procesos constructivos en la región (como los de Chile y Colombia) y uno de los jerarcas chavistas dice que hay una brisa bolivariana en Ecuador y Perú.
Pero lo más preocupante es que, de pronto, Martín Vizcarra y su equipo se muestran desconcertados sobre la manera cómo se debe organizar el país ahora que no hay Congreso, que no hay "obstruccionistas" ni enemigos que derrotar. De alguna manera, Vizcarra padece la paradoja de su triunfo: eliminados sus rivales está desnudo y la ciudadanía empieza a observar su desempeño en las tareas de gobierno. En una reciente entrevista careció de respuestas sobre el quehacer gubernamental.
El Ejecutivo más bien parecía apurado en garantizar el cronograma electoral para enero del 2020 y, en ese camino, estaban en el umbral de otras infracciones constitucionales. La Constitución establece que las elecciones son convocadas con la legislación electoral previa; sin embargo, el Ejecutivo parecía empeñado en regular los comicios bajo sus propios criterios.
No obstante el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) se aferró a la Constitución y señaló que para las elecciones del próximo Congreso se aplicará la legislación anterior.
Como se aprecia, en Palacio, luego del cierre del Congreso, se percibe más improvisación que planes y objetivos. Este factor es un elemento central para el análisis, sobre todo para la oposición republicana, conservadora y liberal que se opone a la salida de facto.
De alguna manera los sectores comunistas y colectivistas tienen las cosas más claras. No descartan la posibilidad de considerar a Vizcarra como una especie de Kerenski, en la hipótesis de que deje de ser funcional a sus estrategias de convertir el próximo Congreso de enero en la asamblea constituyente que les permitiría “refundar la República peruana” y permanecer décadas en el poder.
Por todas estas consideraciones, es hora de que los sectores republicanos, conservadores y liberales definan con absoluta claridad que el proyecto comunista y colectivista es el enemigo principal del Perú. Y, bajo esa definición, aprender de la estrategia marxista y considerar a los enemigos de mi enemigo principal como potenciales aliados.
Si la oposición republicana no define con claridad su situación y sus objetivos, seguirá sumando derrota tras derrota. Una de sus principales tareas debería ser superar la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo y proponer la verdadera contradicción del país: republicanos, defensores de la libertad política y económica, versus comunistas y colectivistas.
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