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Fotografía de Keiko en descenso

Pinceladas sobre Fuerza Popular

Fotografía de Keiko en descenso
Víctor Andrés Ponce
24 de agosto del 2018

 

Más allá de que las estrategias de las encuestadoras obliguen a varias miradas y mantenerse en modo alerta —ahora hasta Pedro Chávarry, fiscal de la Nación, némesis de la coalición mediática, se merece encuestas tipo candidato presidencial— es evidente que en el último sondeo de Ipsos, que registra solo un 15% de aprobación para Keiko Fujimori, se toma una foto a una tendencia incuestionable. La lideresa del fujimorismo está en bajada, y surgen interrogantes sobre si la volverá a hacer en el 2021. Es decir, si volverá a protagonizar una nueva segunda vuelta electoral.

Desde los medios y las propias encuestadoras se señala que el descenso de Keiko tiene que ver con los errores acumulados en Fuerza Popular. Es verdad. Sin embargo, no se ha precisado en qué consisten esos yerros, y el asunto queda en nieblas. Algunos podrían llegar a considerar que los errores están en los excesos de la Ley Mulder —que prohíbe la publicidad estatal en medios privados—, en la compra de flores, computadoras, Ipods; en las estrategias de blindaje a algunos parlamentarios o en el sectarismo en general. Cada hecho tiene su pedacito de verdad, pero no explica el descenso.

Desde Fuerza Popular se sostiene que la adversidad para Keiko tiene que ver con la campaña de demolición mediática. Semejante afirmación también tiene su retazo de verdad. La coalición mediática y el fujimorismo están en guerra popular prolongada. Finalmente, la Ley Mulder solo es una reacción política a una evidente acción política permanente.

No obstante, ninguna de estas verdades puede explicar el descenso de Keiko. Aquí pretendemos ensayar una tesis: Fuerza Popular comienza a perder su relación con sus electores, principalmente porque en su condición de mayoría legislativa ha abandonado su voluntad de transformar el país. Es decir, el abrumador número de congresistas fuerzapopularistas no ha servido para impulsar una sola reforma. Hoy vivimos una situación increíble: los proyectos de reforma de justicia y del sistema político (más allá de lo cantiflesco de ciertas iniciativas), por ejemplo, provienen del Ejecutivo.

Si el electorado hubiese contemplado a una mayoría legislativa que transforma el país, cualquier pecado habría sido perdonado, como suele suceder con los partidos enfrascados en polarizaciones. Por ejemplo, en el siglo XX el Apra cometía todos los errores habidos y por haber en cuanto a sectarismo. Sin embargo, su vocación de transformar el país le permitía organizar el pétreo tercio electoral de la centuria pasada.

En su afán de enfrentar el veto del establishment, Fuerza Popular se dedicó a guerrear con sus enemigos, a defenderse de las judicializaciones, y a sancionar y a eliminar a sus adversarios. En ese proceso olvidó que su principal responsabilidad como mayoría legislativa era impulsar reformas. Alguien en la cúpula naranja debe haber sostenido que las reformas implicaban costos políticos y que, por lo tanto, el Ejecutivo debería liderarlas. Hoy en Fuerza Popular ya deben saber que no hay costo mayor para una mayoría legislativa que ponerse de costado en cuanto a la transformación de un país.

Ese evidente cálculo populista en la tienda naranja reveló que en Fuerza Popular no había avances ideológicos, pero lo más grave: poco a poco se comenzó a abandonar la identidad anticomunista (derrota de Sendero) y anti populista (derrota de la hiperinflación), que le granjeó el apoyo en los sectores populares en las últimas dos décadas. Y empezaron los deslices en el inmediatismo y el populismo. Si a esto le sumamos la pelea entre Keiko y Alberto el panorama se completa.

¿Demasiado tarde? En política nunca es tarde, sobre todo faltando tres años para una elección. Sin embargo, para remar contra el presente, el Congreso tendría que convertirse en el gran reformador del Perú: no solo concretar las reformas judicial y política, sino también la reforma laboral, una nueva educación y un nuevo sistema de salud, mientras se promueven legislaciones procapitalistas y a favor de la inversión. Es decir, Fuerza Popular tendría que salir con todo hacia la centro derecha, que es la geografía que lleva a la transformación. No le queda otra. De lo contrario le surgirá inevitablemente el espacio Trump.

 

 

Víctor Andrés Ponce
24 de agosto del 2018

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