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Empresarios del Perú, no se amedrenten

Roque Benavides denuncia campaña contra privados

Empresarios del Perú, no se amedrenten
Víctor Andrés Ponce
02 de diciembre del 2018

 

El presidente Martín Vizcarra llegó a Paracas para participar en el CADE 2018. Insinuó la posibilidad de una reforma laboral, habló de competitividad, pero —al menos para el suscrito— fue evidente que estaba saludando a las tribunas. ¿Por qué una administración obsesionada con la popularidad impulsaría reformas? Sin embargo, el jefe de Estado lanzó un fuetazo: “En el Perú no existe persecución política. Escudarse en presuntas persecuciones políticas o empresariales no ayuda a buscar una solución”. ¿A quién iba dirigido el golpe?

Horas antes, Roque Benavides, presidente de la Confiep, había sostenido que en el Perú existía una “campaña de destrucción contra el sector privado por parte de las autoridades judiciales del Perú”. El dirigente empresarial criticaba el intento del fiscal Domingo Pérez de judicializar a los principales empresarios del país por haber aportado para una campaña en defensa del régimen económico de la Constitución, amenazado por el programa chavista de la Gran Transformación de Humala, en el 2011. Gracias a esa campaña, el nacionalismo abandonó el programa estatista y asumió la llamada “Hoja de Ruta”. El intento de Pérez es extremadamente burdo: todos los aportes fueron bancarizados y cuentan con el correspondiente certificado de donación. Además, la Confiep ha entregado los recibos y facturas de los avisos en TV, radio y prensa escrita.

En cualquier parte del mundo ante una eventualidad de este tipo, ¿el máximo gremio empresarial no expresaría lo mismo que Benavides? Con los empresarios colombianos y chilenos habría ardido Troya. ¿O no? Pero, ¿por qué Vizcarra habló de escudarse en persecuciones políticas o empresariales si Benavides se había referido a la campaña de destrucción del empresariado de parte de un sector de la Fiscalía?

Aquí ensayamos una hipótesis: las declaraciones de Benavides se convirtieron en una voz disonante en medio de la unanimidad que promueven los medios tradicionales y del encarcelamiento de los líderes opositores. Una voz disonante podría desencadenar una serie de hechos en cadena que pueden terminar fracturando la idea de una mayoría abrumadora detrás del jefe de Estado.

Las cosas parecían tan preocupantes que Gustavo Gorriti de IDL-Reporteros perpetró un artículo en el que le dice a Benavides que “la discrepancia no es ideológica sino moral”. Con gran cinismo, Gorriti habla de moral, no obstante que sus “trabajos de investigación”solo buscan perseguir a los opositores y proteger a sus amigos: Villarán, Toledo, Humala y PPK. Existe un momento en el que Gorriti comienza a delirar y se olvida de que él no es el fiscal Pérez: le pide a los empresarios que confiesen, que se allanen a la confesión, y lanza otro latigazo al supuesto “club de la construcción”, olvidando que sin las bienaventuranzas de José Graña y sus medios tradicionales, la estrategia persecutoria no pasaría de ser un planeamiento de ONG.

¿A qué vamos? Existe una estrategia que busca silenciar cualquier disenso. De allí las campañas de demolición de cualquier adversario en base a infundios. Algunos creen que aplaudiendo las cosas buenas e ignorando las malas se avanza. Grave error.

Hoy realmente existe una campaña de destrucción del sector privado. No solo en sectores de la Fiscalía que buscan escarmentar a los empresarios para que nunca más se atrevan a financiar campañas políticas e ideológicas. También en el Gabinete Villanueva hay un ala claramente anti inversión: oposición frontal a la reforma laboral, aumento de los aportes a Essalud, un decreto ley que permite embargar bienes de los responsables legales de las empresas (ante sospechas de elusión) y, en general, el clima de confrontación que se alimenta desde el Ejecutivo y que ahoga a los mercados.

Si las instituciones, los políticos, los empresarios, los intelectuales y los ciudadanos, empiezan a bajar la voz ante un poder político que pretende avasallar, todos los temores escondidos de quienes aplauden —como una forma de negación— se tornarán en realidad. Basta revisar la historia de los autoritarismos para entenderlo.

 

Víctor Andrés Ponce
02 de diciembre del 2018

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