LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El rostro del nuevo Congreso
Los posibles escenarios de la próxima elección
A estas alturas parece muy improbable que en el nuevo Congreso, a elegirse en enero del 2020, se forme una mayoría antisistema que convierta al Legislativo en una asamblea constituyente, derogue el régimen económico y establezca reglas que perpetúen a las propuestas colectivistas y comunistas en el poder. Y, ¿de dónde viene la improbabilidad? Bueno, de las paradojas que tiene la política, las victorias y los fracasos.
Es evidente que el cierre inconstitucional del Legislativo por la administración Vizcarra representó una derrota general del llamado “fujiaprismo”, como parte de la polaridad entre fujimoristas y antifujimoristas que, de una u otra manera, ensombreció la política desde la caída del fujimorato a inicios del nuevo siglo. Si triunfaron los antifujimoristas, entonces, en el acto, las fuerzas y los discursos deben reordenarse en base a contradicciones diferentes. En este caso, a nuestro entender, en base a diferencias más reales y razonables: se persiste o no en el modelo de libertades políticas y económicas.
¿A qué vamos? La única posibilidad de que los colectivismos triunfen en los próximos comicios era liderando la lucha contra “la amenaza fujimorista”. No hay otra. Sin esa amenaza, sin esa contradicción, los colectivismos y los comunismos, al menos en el Perú, vuelven a la insignificancia electoral que nunca pudieron superar, luego de la experiencia de Alfonso Barrantes en los ochenta.
De allí que el rostro del nuevo Congreso posiblemente se ubique desde el centro hacia la derecha, y no hacia la izquierda como suelen soñar los colectivismos. Es la paradoja de las victorias sin sentido. Arrinconado el fujimorismo, el colectivismo se queda desnudo con sus propuestas que causan pánico en la población. Basta recordar que, en nuestros predios, el velasquismo fue el primer chavismo en la región y el fujimorato estableció el software del autoritarismo regional moderno.
Claro que también puede haber espacio para la resurrección de la vieja polaridad. Por ejemplo, una candidatura de Keiko Fujimori al Congreso galvanizaría al fujimorismo y abriría posibilidades de una buena representación congresal. En el acto y, como acto reflejo, los comunismos y colectivismos recuperarían iniciativa. Es una posibilidad. Sin embargo, el electorado está cansado de estas guerras, de la supuesta lucha contra la corrupción que termina en cierres del Legislativo y judicialización de los opositores.
Por todas estas consideraciones, no es descabellado imaginar que, ante la polaridad resucitada, la mayoría de los votantes se lance a la búsqueda de todos los centros posibles. Y allí las posibilidades son infinitas. No sería extraño entonces que la mayoría de fuerzas participante en la elección cambie de discurso, rebobine y se lancen a pelear el espacio de los centros.
Como se aprecia, ante cualquier escenario, ante cualquier posibilidad, parece muy improbable que los comunismos y colectivismos terminen controlando el próximo Legislativo. Y es que en el Perú cualquier posibilidad de control de precios y de mercados, simplemente levantaría a los mercados populares acostumbrados a comprar y vender en libertad.
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