LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El periodo de la antipolítica
La guerra política y la falta de acuerdos
El periodo político en que se produjo la renuncia de PPK, la asunción al poder de Martín Vizcarra, el encarcelamiento de Keiko Fujimori y el cierre inconstitucional del Congreso, podría ser calificado como el periodo de la antipolítica en su máxima expresión. Si alguien tuviese que escribir un ensayo sobre la antipolítica debería convertir estos años en el corpus de su investigación.
Cuando no hay política el resultado es natural y, sucede casi como una ley física: la guerra. En estos años el Perú experimenta una guerra civil sin balas, sin heridos ni caídos, en la que los fusiles son reemplazados por la extrema judicialización del rival y las demonizaciones de grupos y personas. ¿Quién es responsable de esta situación? Todos. En todos lados se cuecen habas. La guerra de Vizcarra sería difícil de explicar sin la guerra previa del fujimorismo.
La antipolítica genera la falsa impresión de que el adversario arrinconado judicialmente está derrotado, liquidado. En la antipolítica –así lo registra la historia– el victorioso de hoy se convierte en el derrotado del mañana. En el siglo XX todos creyeron que el aprismo sería liquidado, pero luego este movimiento llegó al poder en dos ocasiones. No hay victorias valederas porque, tarde o temprano, las cosas cambian por una sola razón: las correlaciones políticas estables, que perduran, solo provienen de la buena política.
Y la política solo tiene una definición posible: el medio a través del cual los adversarios pactan y construyen acuerdos para evitar la guerra y la eliminación del rival. Punto. Eso es lo que no ha pasado en el Perú, y corremos el riesgo de vivir en ciclos de retaliaciones en que los vencedores de hoy se vengan por el ayer. Y así sucesivamente.
Si estas polarizaciones persisten, tarde o temprano, la mesa estará servida para que las corrientes comunistas y colectivistas logren un desborde social que convoque a una constituyente. La guerra genera la ilusión de que la lucha contra el adversario es lo importante, mientras los políticos descuidan las urgentes reformas que se necesita para relanzar el modelo económico y seguir reduciendo pobreza.
¿Cómo superar el reino de la antipolítica? Parece difícil que los actuales actores logren extender los puentes para el regreso de la política. Parece extremadamente complicado. Quizá los nuevos líderes de los partidos jóvenes y viejos que se instalen en el próximo Congreso tengan la capacidad de armar un espacio de acuerdo y nos saquen de esta guerra promovida por los comunismos y los colectivismos. De lo contrario, el abismo se abrirá ante nuestros ojos.
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