LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El momento constituyente de la izquierda
Debate detrás de la llamada “reforma política”
Es incuestionable que el enorme vacío político causado por las guerras Ejecutivo-Legislativo, después de las elecciones del 2016, es la principal causa del deterioro institucional de la República, que puede cancelar tres décadas de activos institucionales, económicos y sociales. En realidad, ninguna Carta Política ni ninguna organización republicana está preparada para absorber los errores políticos acumulados. Sin embargo, en las repúblicas con relativa estabilidad ante los despropósitos del oficialismo o de la oposición, generalmente el lado contrario llena el vacío político que se crea y oxigena el sistema institucional. Es decir, el error de algunos es la oportunidad de otros para consolidar instituciones y reafirmar la hegemonía política.
En España, por ejemplo, los yerros acumulados por el Partido Popular han encumbrado al Partido Socialista Obrero Español, en medio de las emergencias y declives de Podemos, Ciudadanos y Vox. Sin embargo (quizá porque la fiebre de Podemos ya bajó), a nadie se le ocurrió crear un momento constituyente ni “refundar” las bases de la República. En el Perú sucede todo lo contrario. Luego de los errores de Fuerza Popular y de algunos audios que generaron el “muñeco” de los Cuellos Blancos, la izquierda, los medios tradicionales y el propio presidente Vizcarra se lanzaron a crear un momento constituyente, en el que los zurcidos y parches constitucionales amenazan con convertir a la Carta Política en un verdadero Frankenstein.
Los resultados de los zurcidos constitucionales ya comienzan a notarse. La Comisión Especial encargada de nombrar a los miembros de la Junta Nacional de Justicia solo puede designar a uno del total de los concursantes y solicita seis meses para finiquitar el proceso. El motivo: la ley vizcarrista aprobada en el referendo sobre la reforma de justicia. La llamada consulta popular de la Constitución también bastardeó el sistema político, aprobando la no reelección de congresistas sin bicameralidad, y la estatización de las campañas electorales en radio y televisión, con la expresa prohibición del financiamiento privado.
Ahora, luego de la segunda cuestión de confianza, el Ejecutivo y la llamada Comisión de Notables proponen relativizar la inmunidad parlamentaria, elegir el Congreso en segunda vuelta, establecer dos tercios en el Legislativo (para insistir en una ley) y prohibir la censura individual de los ministros. Semejantes propuestas, de una u otra manera, alteran el equilibrio de poderes a favor del Ejecutivo. Los zurcidos constitucionales son como una elegía a la coyuntura de las relaciones Ejecutivo-Legislativo. No tienen nada que ver con la manera cómo el constitucionalismo aborda los debates: el largo plazo y la permanencia. La idea de sobrerregular al límite la vida de los partidos (proponiendo elecciones primarias obligatorias para los 24 partidos existentes) es parte de esta visión coyuntural. Una copia de ley kirchnerista de partidos pretende pasar como una gran fórmula de reforma.
¿Qué hay detrás de esta lógica de zurcidos constitucionales? La izquierda, que se expresa a través de diversas ONG marxistas (como IDL, IDL-Reporteros y Transparencia), considera que el Perú vive un momento constituyente. Es decir, la Constitución que ha posibilitado dos décadas de democracia ininterrumpida, el desarrollo capitalista y la reducción de pobreza como nunca antes en la historia, debe ser rehecha a tontas y locas. Si vemos cómo estos sectores pelearon por el control de la Fiscalía de la Nación es evidente que el objetivo izquierdista es controlar el Estado sin necesidad de formar partidos ni ganar elecciones.
De allí la idea del momento constituyente. Los primos hermanos de estas ONG, la izquierda anticapitalista y antisistema, no creen en los zurcidos gradualistas, sino en la refundación mediante una asamblea constituyente. Sin embargo, al final, se trata de diferencias cosméticas. O de diferentes caminos que llegan al mismo lugar.
COMENTARIOS