LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
El mercado y la guerra contra el Covid-19
Perú destinará 12% de PBI para enfrentar recesión
Al César lo que es del César. La ministra de Economía, María Antonieta Alva, comienza a sorprender a tirios y troyanos por su sapiencia para enfrentar la inevitable recesión que se avecina con la pandemia del Covid-19 en el Perú y el planeta. La titular de Junín ha anunciado un paquete de US$ 25,000 millones de dólares que representa el 12% del PBI. En una primera etapa se destinará US$ 8,500 millones (alrededor de S/ 30,000 millones), y en una segunda el BCR garantizará préstamos a las pymes y empresas por otros US$ 8,500 millones para evitar que se interrumpa la cadena de pagos y la recesión termine destruyendo el aparato productivo.
Ahora bien, ¿por qué el Perú puede atreverse a gastar US$ 25,000 millones para evitar la destrucción de su economía y no lo puede hacer Argentina, Venezuela ni el propio Brasil (en términos proporcionales a su gigantesco PBI)? Porque en el Perú, de una u otra manera, se mantuvo un modelo económico basado en la disciplina fiscal y la inversión privada. Gracias a esa continuidad económica de tres décadas, el país tiene más de US$ 65,000 millones en reservas y una deuda pública que no sobrepasa el 27% del PBI.
Detrás de estos logros existen muchos factores y explicaciones, pero es evidente que una reducida tecnocracia promercado, emplazada en el MEF y el Banco Central de Reserva, principalmente, posibilitó semejante disciplina fiscal. En otras palabras, hubo crecimiento por la disciplina macroeconómica, y hoy el Estado tiene los bolsillos llenos gracias a las inversiones y los impuestos de los privados.
Sin crecimiento en base a la inversión privada, sin mercado, hoy el Perú enfrentaría una devastación inenarrable. ¿Por qué? La tecnocracia de izquierdas que manejó y maneja el sector salud convirtió nuestro sistema sanitario en una suma de fracasos. Ni siquiera se compraron mascarillas (antes de la pandemia el Perú exportó 30 millones de unidades a Asia y Estados Unidos), menos equipos de bioseguridad, respiradores ni equipamiento de hospitales. Esa misma burocracia de izquierda puebla los ministerios de Ambiente, de Cultura, de Inclusión Social y de la Mujer, restando enormes recursos que deben destinarse a los hospitales.
Sin esa tecnocracia promercado en el MEF y el BCR, el Estado peruano prácticamente no existiría, porque la mayoría de los recursos de los presupuestos se destinaron al gasto corriente, consultorías y publicidad. Las cosas están tan mal con el Estado peruano que hoy el aporte del sector privado –a través de los gremios empresariales– comienza a ser decisivo mediante donaciones filantrópicas y solidarias para dotar a los hospitales con los equipos mínimos y enfrentar la pandemia del Codiv-19.
Y, poco a poco, todo lo indica, el empresariado peruano pasará a formar parte de los héroes sociales –junto a los médicos y enfermeras, los policías, los militares, los comerciantes– que se colocaron en la primera línea de la guerra contra un enemigo invisible que amenaza la propia existencia de la peruanidad.
Sin embargo, el fundamentalismo colectivista hoy pretende señalar que la incapacidad del Estado para enfrentar el Covid-19 tiene que ver con el modelo neoliberal. Ni en la peor tragedia de la humanidad de los últimos tiempos el fundamentalista se atreve a descansar. Impresionante.
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