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El factor Chávarry

Radiografía de un linchamiento

El factor Chávarry
Víctor Andrés Ponce
20 de agosto del 2018

 

Es incuestionable que el Fiscal de la Nación, Pedro Chávarry, cometió un grave error al negar un almuerzo con periodistas, promovido por los implicados en el tráfico de influencias. En la medida que en el hecho no había delito ni irregularidad alguna, el hombre debió pedir disculpas al país y explicar que un magistrado con varias décadas de trayectoria intachable no supo qué hacer frente a una evidente emboscada política. Sin embargo, ese yerro desató un linchamiento mediático y político de un sector del país que obliga a la reflexión a cualquier librepensador. Antes un detalle: el sector que pretendió pulverizar a Chávarry, de una u otra manera, pertenece al establishment que gobernó alrededor de Toledo, Humala, PPK y Villarán. Estas afirmaciones son facts (hechos como dicen los anglosajones). No suposiciones.

Después del yerro de Chávarry todos los ataques fueron humo. IDL-Reporteros denunció un “cambio de notas” cuando solo se trató de una actualización de un software en el CNM horas después de haberse registrado las calificaciones para ratificar al mencionado fiscal. Hubo de todo en contra de Chávarry, pero eran alfileres sin punta que se lanzaban al aire. Era evidente que el encono de este sector del país contra el fiscal de la Nación poco tenía que ver con una indignación real, sino con una estrategia, con una campaña que parecía inconclusa.

De pronto el presidente Martín Vizcarra disparó con todo en contra del fiscal. En el acto una coalición mediática, que parecía haber sido atacada por una crisis de histeria, se sumó al apedreamiento. Reportajes radiales, televisivos y portadas tras portadas. Horas después se conoció que Vizcarra afrontaba una investigación preliminar en la Fiscalía de Moquegua por la supuesta sobrevaloración de un hospital. De súbito la guerra amainó. El fin de semana la cordura parecía volver, pero a Chávarry no se le movía una sola ceja, no obstante que el Frente Amplio y Nuevo Perú también exigían su renuncia. ¿Qué significa este aluvión contra el fiscal?

Todo parece indicar que el acuerdo del Ministerio Público con la justicia brasileña —que se concretó apenas Chávarry asumió la Fiscalía de la Nación— permitirá investigar, procesar y quizá sentenciar a todos los implicados en el caso Lava Jato. Es decir, principalmente a Toledo, Villarán, PPK y a lo mejor también Humala. Pero algo más. Las revelaciones brasileñas se cargarán a empresarios vinculados a la actual coalición mediática. Parece inevitable.

Si las cosas son así, resulta evidente que así como se derrumbó la corrupción de los noventa no sería nada extraño asistir a un espectáculo en el que se procesa a los implicados en la corrupción de las últimas dos décadas. En otras palabras, se produciría una revolución copernicana en la política. Semejantes posibilidades, pues, giran alrededor del factor Chávarry.

El actual fiscal de la Nación es un magistrado con una trayectoria sin cuestionamientos en el Ministerio Público. De alguna manera siempre fue marginado por el poder desde que enfrentó las maniobras nadinistas en el Ministerio Público que lograron la elección de Ramos Heredia como fiscal de la Nación. Y, en los últimos años, se había convertido en la némesis del aparato de protección a los implicados en el caso Lava Jato, organizado durante la gestión de Pablo Sánchez y Hamilton Castro. La prueba: la manera como se bloqueó el acuerdo con la justicia brasileña y la velocidad con que Chávarry cambió las cosas.

Alfredo Torres señala que todo el país solicita la renuncia de Chávarry, según los sondeos. A lo mejor, pero Chávarry es un “verde”, como decían los abuelos. Es decir, es un hombre honrado, terco, que prefiere la muerte antes que terminar su carrera estigmatizado por una campaña de difamaciones. Y en la medida que los fiscales lo respetan, el hombre apretará hasta el final. Si lo logra se convertirá en el fiscal del Pueblo, avanzará por las calles entre aplausos. No le queda otra si pretende investigar, caiga quien caiga, y acabar con la idea de una fiscalía politizada. Todo empieza a parecerse a una película sobre Eliot Ness, quien se enfrentó al poder de toda una ciudad.

 

Víctor Andrés Ponce
20 de agosto del 2018

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