El establishment a la caza de García

La desesperación de los medios tradicionales, de los fiscales y procuradores del caso Lava Jato —luego de las primeras declaraciones de los colaboradores eficaces de Odebrecht— para inculpar al ex presidente Alan García, revela que algunos han vinculado el desenlace de la situación judicial del líder aprista con el éxito o fracaso del acuerdo del Estado con la empresa brasileña. Y es que acopiar pruebas contra García —tal como lo demuestra la unanimidad de portadas de hoy— permitiría mantener varios factores en el escenario político: preservar la “ola anticorrupción” con un nuevo político con detención preventiva, desviar el foco de atención ciudadana (alejarlo de las graves denuncias contra el presidente Vizcarra), consolidar en la opinión pública “las detenciones de Keiko Fujimori y la dirigencia de Fuerza Popular” y echar un manto de protección, sobre todo, a Susana Villarán y PPK.

Sin embargo, lo conseguido en Brasil contra García solo llega a los “indicios”, según propia declaración de un procurador viajero. No hay pruebas, pese al acuerdo con Odebrecht. Grave. Indicios también posiblemente hubo antes del viaje; pero ni siquiera se trata de “indicios” con respecto a las obras del Metro de Lima, sino sobre una conferencia en Brasil. Como ya se sabe, García cobró US$ 100,000 por una conferencia empresarial en Sao Paulo, declaró el ingreso y pagó a la Sunat US$ 30,000. La campaña de los medios, los fiscales del caso Lava Jato y de IDL-Reporteros, como se dice, todavía no agarra carne. Todo es indicio y especulación.

Si las cosas se mantienen así, ¿qué puede suceder? Que el acuerdo Estado-Odebrecht, que regala enormes condiciones —por decir lo menos— a la empresa brasileña no habría servido para mucho. Los viceministros y funcionarios vinculados a las cuatro obras sobre las que se formularán las delaciones están más que comprometidos en sus respectivos procesos. Si las cosas van por allí, poco a poco, todo el andamiaje organizado desde los CNM-Audios, pasando por el referéndum, hasta el encarcelamiento de la dirigencia de Fuerza Popular, entrará en cuestión y comenzará a desarmarse. Y si le sumamos el abandono de las tareas de la gobernabilidad de parte del Ejecutivo y las denuncias en contra de Vizcarra, el panorama se puede volver sombrío para al jefe de Estado y los sectores que encabezaron este proceso.

La manera más directa de evitar este escenario, pues, pasa por forzar el encarcelamiento de García. De lo contrario, los magistrados empezarán a parar en seco todas las iniciativas de los fiscales politizados y de IDL-Reporteros. Y en ese contexto, un García suelto en plaza es más que temible. Aquí vale precisar algo fundamental: pensar que el ex presidente aprista tiene viabilidad electoral puede ser una tozudez. Sin embargo, García ya ha demostrado que puede no tener votos, pero sí puede detener reelecciones. Lo hizo con el proyecto de reelección conyugal de Nadine Heredia. ¿Por qué no habría de hacer lo mismo con los intentos reeleccionistas de Vizcarra?

El establishment que gobernó con Toledo, Humala, PPK y Villarán —integrado por la izquierda, medios de comunicación, ONGs marxistas y grandes bufetes de abogados—, de una u otra manera, se juega la vida en la posibilidad de detener a García. No hacerlo es como observar que la ola anticorrupción que ellos levantaron se vuelve furiosa en contra de sus promotores. Veremos.