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El descabezamiento de Fuerza Popular

Reflexiones políticas sobre las últimas detenciones

El descabezamiento de Fuerza Popular
Víctor Andrés Ponce
17 de octubre del 2018

 

Si no estuviésemos en la democracia peruana, que avanza hacia su quinta elección nacional, y si las detenciones de los dirigentes de Fuerza Popular (FP) no hubiesen sido decretadas por un juez empoderado legalmente, no sería nada exagerado sostener que la manera como se está produciendo la detención de los principales dirigentes fuerzapopularistas se parece mucho a la manera como el estalinismo y el nazismo pulverizaban a los movimientos contrarios: descabezando a la dirigencia enemiga. Claro que Gustavo Gorriti (del IDL) puede señalar —en los programas de televisión amigos— que las detenciones solicitadas por Domingo Pérez siguen la escuela brasileña: detener y apretar para conseguir el colaborador eficaz.

Creo que la cosa es más compleja. Hoy casi no tengo dudas acerca de que el grupo de marxistas que rodea al presidente Vizcarra lo ha convencido de cerrar el Congreso o de pasar a una etapa diferente del control de las instituciones. Para llevar adelante esta estrategia la mejor herramienta son las oportunas encuestas de Ipsos: 130% de la gente clamando por el cierre del Congreso. En este camino hay dos posibilidades: o se provoca a la mayoría legislativa para desatar reacciones extremas que justifiquen el cierre del Legislativo o se le clava la estocada final produciendo su dispersión y fragmentación. La mejor manera de avanzar a esos objetivos, pues, es deteniendo a toda su dirigencia nacional.

En ese contexto, resultaba fundamental instrumentalizar a la facción judicial en la Fiscalía y el Poder Judicial que controla la izquierda. Y así parece haber sucedido, considerando las medidas extremas que violan el principio de la presunción de inocencia y convierten en la prisión preventiva en la regla general.

La anulación del indulto a Alberto Fujimori buscaba desorganizar y volver a producir fisuras en Fuerza Popular. Keiko reaccionó correctamente en términos políticos: impulsó una ley para evitar la carcelería de su padre y comenzó a gestarse la unidad de los naranjas. En ese momento, el Rasputín tercermundista de turno debe haber alentando los pánicos señalando que si no se detenía a la lideresa de Fuerza Popular, ella lanzaría un brutal contragolpe. Y entonces se produjo la detención. Sin embargo, el fujimorismo se reunificó, archivó la denuncia constitucional contra Pedro Chávarry y salvó a Salaverry de la censura.

Con Alberto y Keiko detenidos, sorprendentemente, el fujimorismo se levantó y hasta se atrevió a marchar. Entonces los rasputines de la semana deben haber calculado lo siguiente: los dirigentes en libertad están reorganizando el movimiento. Y, entonces, hubo las últimas detenciones y toda la dirigencia de Fuerza Popular quedó descabezada. Este razonamiento puede parecer inverosímil; sin embargo, debería formar parte del análisis, más allá de la obsesión por las cámaras del juez Concepción Carhuancho. La democracia está en tiempo nublado.

Ahora bien, ¿qué sucede si la mayoría legislativa se reorganiza, mantiene su unidad y recupera la iniciativa? Es evidente que el proyecto cesarista que impulsan los marxistas de Palacio se encontrará con un muro difícil de sortear. No obstante, para que algo así suceda Fuerza Popular y los partidos del Congreso necesitan volverá a hacer política, evitar las provocaciones, recuperar los fueros legislativos y actuar con ventaja, con razón y sin sobrepasarse.

Si el Legislativo se mantiene firme, el proyecto cesarista que algunos parecen impulsar se archivará. Los cesaristas hoy son los sectores caviares (marxistas sin partido) que, en estas dos décadas de polaridad fujimorismo y antifujimorismo, se convirtieron en los políticos profesionales del anti en general. De allí su extraña ubicuidad en todas las administraciones habidas y por haber: Toledo, Humala, PPK y Villarán.

Sin embargo, de tanto demonizar al fujimorismo hoy los grupos caviares han terminado asumiendo todos los estilos y métodos de su némesis: sueñan con su propio 5 de abril y con tener su propio Alberto por diez años, tal como sostiene el profesor Hugo Neira. Me atrevo a señalar que luego de lanzar esta batalla final, se tornará complicado que el caviar regrese en una futura administración. Con el declive fujimorista sobreviene el declive del marxista sin partido en el Estado. Extraño.

 

Víctor Andrés Ponce
17 de octubre del 2018

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