LA COLUMNA DEL DIRECTOR >
¿El candidato presidencial como invitado? ¡Peligroso!
Sobre la propuesta del congresista Burgos, de Podemos
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El congresista Juan Burgos acaba de presentar un proyecto de ley con el objeto de permitir un invitado en la plancha presidencial de los partidos. En otras palabras, el candidato presidencial podría ser un invitado. Es decir, una estrategia para salvar a los vientres de alquiler, a las franquicias políticas que se contratan a voluntad, a través de un candidato presidencial que salve a la agrupación.
¿Qué significa un proyecto de este tipo? A nuestro entender, más fragmentación y menos posibilidad de convergencias y entendimientos. Lo más de 30 candidatos presidenciales que se avizoran en las próximas elecciones nacionales también desarrollarán la percepción de que algunos movimientos no tienen la menor posibilidad de competir y, por lo tanto, de una u otra manera, se verán obligados a desarrollar acuerdos y convergencias para salvar la inscripción o desarrollar alguna posibilidad electoral. Algo así debería suceder, por ejemplo, entre los partidos y movimientos de la centro derecha democrática.
Sin embargo, la propuesta del congresista Burgos plantea una posibilidad diferente: que los partidos que no aparecen con posibilidades salgan a buscar un salvador en la calle. Un proceso que, en la realidad actual, significa más aventura, más posibilidades de un outsider que nos sumerja en el camino de un Estado y una sociedad fallidos. Por ejemplo, una candidatura como la de Antauro Humala podría esperar con beneplácito una decisión de este tipo.
Es hora de que las bancadas legislativas legislen con discreción con respecto a las elecciones del 2026, considerando que, de una u otra manera, de los resultados de esos comicios dependerá si avanzamos a organizar un Estado fallido, una sociedad sin viabilidad, o empezamos un proceso de reconstrucción del Estado de derecho y relanzamos el crecimiento y el proceso de reducción de pobreza.
Todo dependerá de los candidatos que pasen a la segunda vuelta. Si ambos defienden la democracia y la economía de mercado, entonces, el Perú encontrará enormes posibilidades de avanzar hacia su reconstrucción luego del devastador gobierno de Pedro Castillo.
Si el Congreso aprobará la propuesta del congresista Burgos, y si hasta los candidatos presidenciales pudieran ser invitados, entonces habremos legitimado a quienes formaron partidos políticos para establecer franquicias que contratan con el mejor postor. El candidato presidencial de un movimiento, de un partido incluso, podría representar una opción totalmente contraria al programa o a los ideales del partido –si es que todavía se consideran estas variables– con tal de salvar la inscripción.
En cualquier caso, el proyecto de Burgos es una confirmación de la debacle del sistema político peruano. Un candidato presidencial ya no sería el representante más genuino del proceso partidario sino un invitado de la calle que jale votos. ¡Terrible!
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