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El arte de indultar por la vacancia

Una jugada de ajedrez del pepekausismo

El arte de indultar por la vacancia
Víctor Andrés Ponce
22 de diciembre del 2017

 

Al César lo que es del César. Los operadores políticos del Gobierno ayer echaron mano de las grandes artes de la política y transformaron en el Congreso una sólida mayoría por la vacancia presidencial en una mayoría insuficiente para proceder al acto extremo de cesar al jefe de Estado por incapacidad moral permanente. Seguramente los loquitos que aconsejaron al jefe de Estado vestirse con todos los colores del antifujimorismo —el delirante “golpe de Estado” y otros muñecos— sostendrán que en sus consejos están los secretos sobre cómo evitar una vacancia, pero eso no se aproxima a la verdad.

En realidad, el presidente Kuczynski se salvó porque diez congresistas de Fuerza Popular se abstuvieron de votar a favor de la vacancia. Los 78 a favor se hubiesen transformado en 88 y el jefe de Estado habría sido vacado. La conclusión es demasiado simple: el jefe de Estado evitó la vacancia porque, de una u otra manera, se acercó a un sector del fujimorismo; o simplemente porque apostó por el indulto. En otras palabras, no escuchó el consejo del extremista antifujimorista que se pinta la cara y aconseja proseguir con la guerra.

Sin embargo el presidente Kuczynski tendrá un terrible dilema: se enfrentará con el flanco izquierdo que lo ha acompañado desde el inicio de su Gobierno y quizá podría surgir la tentación de no honrar la palabra. Finalmente, el ex presidente Fujimori es “una especie de rehén” al que se suele manosear con el tema del indulto cada vez que una administración está en problema. Sin embargo en esta ocasión no se trató de una simple contingencia, sino de la vacancia del jefe de Estado. En otras palabras, Kuczynski le debe la vida a su promesa del indulto, y el ex presidente Fujimori debería estar en casa con sus nietos en estas Navidades. El hombre se lo merece largamente.

Si Kuczynski retrasa el indulto por las presiones de la mezquina y guerrera izquierda caviar, entonces su figura se convertirá en algo inexplicable. Es preferible no imaginar ese escenario, sobre todo considerando que el propio Fujimori habló directamente con los congresistas que se abstuvieron a través del teléfono de Kenji.

Es evidente también que la libertad de Fujimori tendrá diversas consecuencias en el fujimorismo y en Fuerza Popular. Una de las primeras conclusiones del ex jefe de Estado de los noventa será que ese movimiento está demasiado organizado e institucionalizado, y llegará a la conclusión que el tiempo en política vuela más rápido que una vida en la cárcel. Seguramente la enfermedad y la vejez inclinarán al ex presidente al papel de consejero influyente.

En ese escenario los problemas del fujimorismo, que el antifujimorismo suele contemplar con los ojos extremadamente abiertos, se evaporarían. A lo mejor el propio Alberto se constituye en el puente entre PPK y Keiko y se produce el esquivo entendimiento entre Ejecutivo y Legislativo, que hasta ahora no se pudo concretar por el papel de los extremismos a ambos lados de la mesa.

En todo caso, el arte de indultar por la vacancia nos revela la magia de la política, esa actividad que inventaron los griegos para autogobernarse al margen de los mitos y leyendas de los dioses. Ese arte que convierte lo imposible en posible.

 

Víctor Andrés Ponce
22 de diciembre del 2017

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