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¿Ejecutivo y Legislativo en choque inevitable?

Sin puentes entre ambos poderes del Estado

¿Ejecutivo y Legislativo en choque inevitable?
Víctor Andrés Ponce
12 de septiembre del 2018

 

El presidente Martín Vizcarra, a través de CNN, acaba de señalar que no descarta plantear la cuestión de confianza y avanzar al cierre del Legislativo. Luego de las declaraciones presidenciales, de una u otra manera, Ejecutivo y Legislativo parecen dos trenes a punto de colisionar. Triste situación. Falta de grandeza en los actores y entornos irresponsables que no sienten el país, que les importa un comino lo poco de República que comienzan a quedar. El reciente anuncio del presidente del Congreso, Daniel Salaverry de declarar al Legislativo en sesión permanente para aprobar la reforma del sistema de justicia quizá ayude a bajar la intensidad de la confrontación.

¿Por qué estamos llegando a este lamentable escenario? Es evidente que el presidente Vizcarra pretendió afirmar su Gobierno con el mensaje de Fiestas Patrias y la eventual convocatoria a un referéndum para aprobar las reformas de los sistemas de justicia y político. Sin embargo, el error estratégico que cometió es haber considerado que el objetivo solo se conseguía arrinconando al Congreso y colocando a Fuerza Popular en contra de las cuerdas. Las barras bravas en que se habían convertido las encuestadoras y la coalición mediática —tal como sucedió con PPK— le hicieron creer al jefe de Estado que ahora sí podía gobernar sin considerar la opinión o en contra de una mayoría legislativa. El jefe de Estado lo hizo, y sacrificó el mediano y largo plazo de su administración por los puntitos de aprobación de la semana.

Fuerza Popular respondió y Keiko Fujimori salió a batir el campo. Más allá de la aprobación del fuerzapopularismo en las encuestas, el puro análisis nos señala que Fuerza Popular es una máquina de guerra: ha destruido a todos los enemigos que se le cruzaron. Quizá por dedicarse solo a la guerra y haber olvidado que el principal deber de una mayoría legislativa es transformar el país, hoy empiece a perder el favor de los electores. Pero el hecho objetivo es que Fuerza Popular empezó a responder: se habló de citar a Vizcarra al Congreso.

Por más que el presidente Vizcarra enseñe los dientes, todos sabemos que el jefe de Estado está abandonando el papel que le corresponde. Absurdo. Los jefes de Estado representan a la nación y median en las polarizaciones. Todos sabemos también que Vizcarra no tiene fuerza para cerrar el Congreso. La sociedad y la coyuntura no aceptarían ese escenario. Sin embargo, sigue echando gasolina a la hoguera.

Todos sabemos también que, ante la eventualidad de un intento de cerrar el Congreso, Fuerza Popular ya habría decidido jugar el escenario del adelanto electoral. Es decir, sacrificar su mayoría legislativa y pelear con un candidato no Fujimori, mientras que Keiko lideraría la lista parlamentaria. En nuevas elecciones es casi seguro que el Apra volvería con fuerza, el fujimorismo reduciría considerablemente su participación parlamentaria, y Vizcarra y Aráoz se despedirían la política, y se habría perdido una inmejorable oportunidad para que la actual administración desarrolle un buen gobierno. Algo más. Las barras bravas y los consejeros perderían todas sus prerrogativas contractuales.

Por qué entonces escuchar el consejo de los ex ministros izquierdistas de PPK —aventureros y con un sentido de la oportunidad sin pudores—, de los columnistas que suelen envolverse con periodismo para sus operaciones políticas y de todos los sectores que llevaron al abismo al ex presidente Kuczynski. En la tragedia de PPK hay un capítulo aleccionador: dos visitantes le recomendaron a Fernando Zavala que no planteara la cuestión de confianza, y el hombre se echó a reír a carcajada batiente señalando que no se atreverían. Ya sabemos cómo terminó la cosa.

La política y los manuales indican un camino: el que tiene la iniciativa en una situación convoca al nuevo encuentro con el adversario, a la nueva posibilidad del acuerdo. El presidente Vizcarra confesó que se negó a una tercera junta con Keiko Fujimori. En vez de convertir las relaciones Ejecutivo-Legislativo en una bronca callejera, el jefe de Estado debería convocar públicamente a Keiko. Sin embargo, los grandes estrategas de la historia enseñan que si el indicado a convocar no convoca, entonces el que se considera líder para el largo plazo debe convocar. Es decir, Keiko también tiene la palabra.

Cualquier otro camino es la destrucción mutua.

 

Víctor Andrés Ponce
12 de septiembre del 2018

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