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Del jabón regalado al racismo inventado

Los debates electorales hacia el nuevo Congreso

Del jabón regalado al racismo inventado
Víctor Andrés Ponce
09 de enero del 2020


El candidato de Solidaridad Nacional que le regaló un jabón a otro postulante de la izquierda cometió un gravísimo error, porque violó una de las reglas más importantes de la política: los gestos en política deben ser claros para los electores, nunca deben ser interpretados por los adversarios. Y eso es precisamente lo que sucedió.

Como el regalo iba dirigido a un candidato mestizo, la izquierda en general utilizó la niebla del gesto para señalar que era un acto racista, de discriminación, en contra de la mayoría de peruanos. El candidato de Solidaridad Nacional intentó explicar que el regalo tenía que ver con la figura desordenada de su interlocutor, pero la izquierda ya había desatado una feroz campaña en contra del “racismo” de Solidaridad Nacional, un movimiento conservador que empieza a sacar más de una cana al llamado pensamiento políticamente correcto en el país.

Dos apuntes sobre este hecho. El primero tiene que ver con que esta singular polarización que desató el regalo de un jabón nos revela, al parecer, que la polaridad fujimorismo versus antifujimorismo ha menguado considerablemente. La confrontación sobre el jabón es una novedad. El segundo, la derecha popular comienza a ser un mundo ancho y ajeno que puede ser conquistado por diversos actores.

En la campaña de la izquierda en contra de Solidaridad Nacional hay el evidente temor de que este movimiento haga clic con el océano conservador y anticomunista que abarca a los sectores emergentes del Perú. Quizá valga recordar que el primer chavismo en la región nació con el velascato de los sesenta, que la guerrilla comunista de los ochenta fraguó un claro sentimiento anticomunista, que la hiperinflación antes de los noventa inmunizó a la gente contra el populismo y que la ofensiva de la llamada ideología de género está despertando la resurrección de la religiosidad cristiana católica y evangélica. La pregunta entonces es, ¿qué pasa si surge un movimiento político que represente a este conglomerado? ¿Acaso no estaríamos ante una forma de “bolsonarismo”?

La virulencia de la izquierda en contra de Solidaridad Nacional proviene de este temor, consciente o inconsciente. Es el pánico a que las marchas de Con Mis Hijos no te Metas se conviertan en política y terminen arrasando a las izquierdas clasemedieras, que hoy no sabemos si cruzarán la valla.

Sin embargo, para que los temores de la izquierda en contra de Solidaridad Nacional se conviertan en realidad tendría que suceder la extinción del fujimorismo. Algo que parece no sucederá, si nos atenemos a las pocas encuestas que se publican sobre intención de voto para el Congreso. Es más, el fujimorismo, en esta ocasión comandado por la vieja guardia, podría sorprender en la próxima elección legislativa.

El ataque de las izquierdas contra Solidaridad Nacional, pues, solo revela que nadie sabe para quién trabaja. Extrañamente el tablero comienza a inclinarse hacia la centro derecha. Sin embargo, más allá de los resultados, las nuevas derechas deben ser capaces de cancelar para siempre la polarización que ha enfermado a la construcción de instituciones republicanas en las últimas dos décadas. Seguir en guerra política sería acabar con la viabilidad del Perú.

Víctor Andrés Ponce
09 de enero del 2020

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