Raúl Mendoza Cánepa

¿Y nuestras grandes preguntas?

¿Y nuestras grandes preguntas?
Raúl Mendoza Cánepa
20 de junio del 2016

La necesidad de continuar con la labor de El Mercurio Peruano

Es posible que el Perú pase el Bicentenario con la fugacidad de un astro que se pierde a la distancia sin los fastos del Centenario en 1921 y, lo peor, sin conocernos como país. Precisamente hace unos años el diario El Comercio formó una comisión rumbo a los doscientos años de la República y, como es natural, parece haberse perdido en el olvido a la luz de los cambios en su estructura interna (¿?)

La lectura de los planes de gobierno y las fragmentarias obras de la intelectualidad peruana nos demuestra que, casi a dos siglos de ser República, los peruanos no sabemos integralmente —ni nos interesa saber aún— qué somos o hacia dónde vamos. Más importante que celebrar aniversarios es el gran debate nacional que no comienza, porque los peruanos vivimos más atentos a las coyunturas electorales y los menudeos del poder.

Uno de los más grandes intentos por explicarnos a nosotros mismos fue la revista Mercurio Peruano, que el diario El Peruano debería replicar —a su manera— en varias de sus páginas y a partir del Perú actual. La portada del primer número de El Mercurio Peruano, tituló “Idea general del Perú” y se editó en 1791. Esta publicación bisemanal concluyó en 1795, pero fue uno de los ejes de trascendencia del Perú pre republicano. Se comenzaba a hablar del Perú. Fue editado por un grupo de jóvenes intelectuales pertenecientes a la Sociedad de Amantes del País, entre los que destacaban Hipólito Unanue, José Baquíjano y Carrillo, José Rossi y Rubí, entre otros.

En 1918 Víctor Andrés Belaunde la fundó nuevamente, introduciendo estas palabras magníficas que son siempre vigentes: "Convencidos nosotros de que nuestro medio necesita una revista que sirva de órgano a los estudiosos y a los ensayos de carácter nacional, hemos buscado la colaboración de las más distinguidas personalidades literarias, científicas, políticas (...) e iniciamos así hoy la segunda época del Mercurio Peruano (...). Deseamos seguir abonando en el suelo patrio, penetrar en los secretos de nuestra vida pasada, plantear nuestros problemas (...). Queremos, por último, que nuestra inspiración literaria, que languidece de exotismo y artificio, se remoce acudiendo a las eternas fuentes de la tierra y la historia".

El historiador José Agustín de la Puente nos recuerda que convivían por aquel tiempo dos generaciones esenciales en el quehacer intelectual peruano: la del novecientos y la del centenario. Belaunde perteneció a la primera, y la suya fue una generación que, pese a la derrota y la amargura, asumió que el Perú debería ser objeto de un gran estudio. Y, por tanto, su mayor derrotero era el optimismo.

Poco se ha publicado sobre el Perú luego en todas las áreas. Las grandes obras son libros históricos como los 7 Ensayos de José Carlos Mariátegui, Peruanidad de Víctor Andrés Belaunde (o La realidad nacional); El Antiimperialismo y el Apra de Haya La Torre, El Perú contemporáneo de García Calderón. Y podemos hundir las raíces de nuestra historia con la obra de Basadre y las múltiples indagaciones de Raúl Porras; pero en la actualidad las grandes preguntas sobre el Perú parecen haberse cerrado y concluido en el tema de la informalidad o el desborde, que desde diversos ángulos son analizados por Hernando de Soto y José Matos Mar; o la pluriculturalidad y la memoria. Pero el Perú es más.

En el Mercurio Peruano de Belaunde escribieron pensadores con una visión integradora del Perú, desde la peruanidad como eje y doctrina. Aportaban su pluma Jorge Guillermo Leguía y Manuel Abastos, entre otros muchos, algunos de los cuales dieron sus primeras batallas intelectuales en esta magnífica revista de interés nacional ¿Sabía usted que Martín Adán escribió un tramo de Lo barroco en el Perú en este buque insignia del pensamiento nacional? José Agustín de la Puente nos recuerda que prestaron su pluma el gran Honorio Delgado, que los primeros estudios de Porras sobre los cronistas aparecen en sus páginas...

En el 2018 esta histórica revista cumplirá cien años y el Perú estará en la víspera de su Bicentenario, aún buscando respuestas sobre sí mismo o, más bien, pasándolas por alto. Al menos nuestro diario oficial debiera tomar la posta y dejar de ser poco más que una gaceta jurídica, un espacio de avisos o un tabloide de noticias. El Peruano está llamado a ser el territorio del gran debate nacional que todos los peruanos requerimos, más allá de las sesgadas, nada ponderadas y episódicas controversias políticas.

 

Raúl Mendoza Cánepa

 
Raúl Mendoza Cánepa
20 de junio del 2016

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