Gustavo Rodríguez García

¿Televisión democrática?

¿Televisión democrática?
Gustavo Rodríguez García
21 de septiembre del 2015

Disecando una propuesta peligrosa para la libertad y la democracia.

Estuve leyendo la interesante columna de Eduardo Dargent titulada “Quince Años” y que fue publicada por La República (19/9/2015). El autor se lamenta del fenómeno de la televisión-espectáculo y plantea que la pretensión montesinista de tener una televisión sin política se ha conseguido gracias al afán de lucro de quienes controlan los medios de comunicación.

Puedo compartir el lamento de Dargent sobre el fenómeno de la televisión-espectáculo. Francamente, me parece un ejercicio televisivo embrutecedor que, sin duda, subsiste gracias al rating y lo que éste representa. Lo que no comparto es el remedio que Dargent postula al plantear “nuevas formas de presión y regulación”. El problema con la postura de Dargent no es tanto su descripción de los hechos sino su planteamiento de política pública. Si Dargent cree en la auto-regulación tanto como en Papá Noel, yo creo tanto en la regulación desinteresada como en el Ratón de los Dientes.

Más allá de nuestras comparaciones –que podrían ir desde cuentos infantiles hasta relatos modernos como Harry Potter- lo cierto es que el peligro de la regulación debe ser ponderado. Tomar el camino de la regulación respecto de los medios de comunicación suele ser tan solo el inicio de una serie de estrategias que, con el tiempo, terminan conduciendo a la expropiación y descalabro del derecho a expresarse libremente. La libre expresión y la autonomía de los consumidores es, de hecho, mucho que más que un “gran discurso”.

¿Por qué las personas tendrían que ver la televisión que queremos que vean? Al final del día, la gente ve lo que quiere ver, compra lo que quiere comprar y escucha lo que quiere escuchar. Ni Dargent ni la regulación desde el Estado podrán hacer nada para evitarlo.

Todos los discursos que van desde la necesidad de supervisar contenidos hasta la pretensión de evitar la “concentración de medios”, son ejercicios peligrosos que, irónicamente, solamente dan terreno a quienes pretenden controlar realmente los medios y dictarle a la gente lo que debe ver. Debo saludar, no obstante, la interesante columna de Dargent porque pone en el tapete un asunto digno de ser debatido. ¿Mi planteamiento? No se deje convencer, amigo lector. Yo creo en la regulación estatal desinteresada tanto como en el Conejo de Pascua.

 

Por: Gustavo Rodríguez García

 
Gustavo Rodríguez García
21 de septiembre del 2015

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