Guillermo De Vivanco

Sobre izquierdas y derechas

Sobre izquierdas y derechas
Guillermo De Vivanco
03 de julio del 2014

¿Qué mérito hace el Estado para que un emprendedor le de 30% de sus utilidades?

Debo confesar que mi educación ha sido al revés. Primero aprendí la práctica y luego la teoría. Llegué a Gamarra el año 1972, cuando se estaba construyendo la primera galería. A los 21 años comencé a vender remates de pantalones. Mis clientes eran básicamente los ambulantes de todos los mercados de Lima. Aprendí instintivamente a formar cadenas de ventas, a escoger los modelos, regatear los precios, decidir sobre los créditos, la capacidad de endeudamiento, etc.

Paralelamente asistía a clases en ESAN y descubrí que todas las actividades que desarrollaba en mi quehacer diario tenían un nombre académico. Conseguir objetivos a través de personas se llamaba administrar, escoger productos, clientes, fijar precios, así como segmentar mercados, era lenguaje común en marketing.

Durante esos años, los setentas, muchos compañeros fueron a las aulas universitarias, donde aprendieron sobre economía política y su influencia en los modelos de desarrollo social. Nosotros, en la calle, y bajo la dictadura militar, no nos nutrimos de la libertad de prensa. Me parecía correcto entonces el lenguaje socialista del gobierno militar: justicia social, redistribución de la riqueza, y la búsqueda del tan añorado "bien común". Creía que las empresas de propiedad social se impondrían bajo el auspicio del Estado sobre las empresas privadas. En resumen la izquierda era progresista, humanista, justa, y la derecha egoísta, codiciosa, insensible, acaparadora.

Sin embargo, en los mercados, los desafíos por sobrevivir estaban llenos de pragmatismo: si no se vendía, la oligarquía no era la responsable, simplemente se cambiaba de modelo, se bajaba el precio o se buscaba otros mercados. Con la ley de estabilidad laboral los talleres eran clandestinos. La meritocracia de pagar más a quien más produce siempre fue un concepto interiorizado que no se agota en la relación laboral sino que se extiende a la relación con el Estado: ¿pagarle al estado 30 % de mis utilidades? ¿Qué mérito ha hecho el Estado para que sustraiga tantos recursos de nuestros esfuerzos?

Crecimos entonces en mundos diferentes: nosotros hacíamos economía, no política, y cuando mi barrio se volvió famoso, cuando las PYMES se convirtieron en protagonistas de la economía, y Gamarra en el emblema de estas, entonces los políticos nos comenzaron a visitar.

Recuerdo a Lourdes Flores en el Parque Cánepa. Recientemente había escondido a su candidato a la vice presidencia Arturo Woodman, simplemente por el mote que le asignaron de ser la candidata de los ricos. En su alocución en Gamarra parecía culpable de esta circunstancia, no se daba cuenta de que el auditorio al que se dirigía era capitalista. Hasta que le aclaramos que no había entre nosotros ningún ambulante, ni empresario, que se sintiera culpable o avergonzado por haber triunfado.

Acá en Gamarra no creemos en repartir nuestras ganancias con quien no trabaja, bajo ningún pretexto de redistribución, solidaridad o socialismo. Ni apelando al "bien común" nos van a convencer de lo contrario. El altísimo nivel de informalidad es consecuencia de esta república sin ciudadanos. De un afán punitivo, fiscalizador, de una desconfianza ancestral.

Lo único claro es que la batalla semántica la ganaron los comunistas: ellos altruistas, la derecha egoísta. Será tal vez esa la razón por la que Puno, un departamento 100% comercial, emprendedor, pro mercado, vota sistemáticamente por los partidos que justamente niegan los postulados de libre mercado.

En una economía globalizada no existe cabida para la producción socialista; la crisis Venezolana y la caída de la Unión Soviética son un claro testimonio de quienes ganaron la competencia. Hoy existen países "capta-capitales y paises espanta-capitales". Y el sesgo izquierdista de los gobiernos debería orientarse para garantizar que los intereses mercantilistas, agazapados bajo políticas proteccionistas, no distorsionen el libre mercado, y que la manufactura nacional pueda competir con reglas claras y predecibles.

Por Guillermo de Vivanco

Guillermo De Vivanco
03 de julio del 2014

NOTICIAS RELACIONADAS >

La izquierda versus la derecha

Columnas

La izquierda versus la derecha

La noche del 31 de Agosto de 1939 un grupo armado, vistiendo uniformes...

17 de abril
La trampa identitaria

Columnas

La trampa identitaria

¿Es realmente la democracia tan boba como para delegar el futur...

07 de marzo
La gran estafa nacionalista

Columnas

La gran estafa nacionalista

En días pasados el sindicato de Aerolíneas Argentinas se...

14 de enero

COMENTARIOS