Hugo Neira

¿Maduro? El capítulo que se le escapó a Borges

Cuando se vaya Maduro, Venezuela será el país más capitalista de Sudamérica

¿Maduro? El capítulo que se le escapó a Borges
Hugo Neira
12 de febrero del 2018

 

Maduro. Que venga. Que se le conozca. Que los peruanos, y no solo la clase política y los jefes de Estado, lo escuchen. Esto de las ventajas de la palabra lo inventaron hace siglos los antiguos griegos, y no por sabios sino por astutos. Inventaron el ágora. El pez por la boca muere. A Maduro hay que escucharlo. Borges escribió Historia universal de la infamia. Se perdió la suya.

No solo es el presidente de un país sudamericano, sino una suerte de virrey. Quien manda en Venezuela no son civiles, sino el ejército venezolano —hay que ver qué orgullo de esos generales cuando toman la palabra, por cierto no hacen cola en los supermercados—, y a estos cuadros los vigilan algunos miles de cubanos armados hasta los dientes. No son los venezolanos los que mandan en Venezuela, sino los herederos de Fidel. La isla tiene una colonia sudamericana, pocas veces se ha visto esta recolonización espectacular. ¿Y vamos a perdernos la ocasión de ver al representante de una doble función?

Que venga a Lima, que soporte las marchas que harán millares de venezolanos que han tenido que dejar su patria, que está patas arriba. Y acaso no solo el gesto de protesta sino subirse, cada dos calles, a un improvisado proscenio. Y explicar lo que está pasando en Venezuela. No es que sea un país pobre, la escasez es un arma de castigo a los opositores y a la vez de reclutamiento, bolsas de comida. Una infamia deliberada del genio de Maduro y sus compinches. Entre tanto, cada día, por lo menos 37,000 venezolanos pasan la frontera para ir a comprar un poco de pan. Muchos de ellos no vuelven más.

Venezuela fue un país excepcionalmente rico. El petróleo. Lo hunde primero la corrupción (Carlos Andrés Pérez). Luego la clase política entera ante Hugo Chávez, en 1998, y en el 2006, con un 60%. Chávez nunca pensó que el cáncer tuviera la última palabra. Indicó a Maduro como sucesor y fue su peor error.

¿Y sabe el amable lector cuál es el método Maduro? Llevar a Venezuela a la frontera misma de la extrema necesidad. Un ser humano, chavista o antichavista, tiene que comer. Y en Venezuela no es una cuestión de la relación de los bolívares con el dólar, ¡aun con 500,000 bolívares por dos dólares! No es que tengan o no dinero, ¡no hay comida! Hay una brutal escasez. Entonces, si quieres comer, lo mejor es pertenecer al sector de la población que respalda al régimen de Maduro y que recibe, de parte del gobierno, bolsas de comida. Señor Maduro, todo se sabe. Cómo utiliza los llamados consejos comunales, los denominados Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), son los que reparten alimentos, en las zonas populares. Para comprar comida —no la regalan— hay que tener “carnet de residencia”.

Vamos, Presidente, venga a Lima. Que lo entrevisten César Hildebrandt, Milagros Leiva, si todo eso que estoy diciendo en el párrafo anterior, es cierto o no es cierto. Y en NPortada, que diga si es cierto o no que, pese a tales presiones, hasta ahora solo apenas un 11% dice apoyarlo. Cómo será la desaprobación que, pese a ese control autoritario sobre los alimentos, los venezolanos van a los supermercados a hacer colas de doce horas. O hartos de todo se van a comprar los productos en el mercado negro, que gracias a su excelente gestión, crece de día en día.

Brillante chavismo, venga por favor y denos las lecciones que merecemos. Lo que usted ha hecho es genial. Cómo, ¿que no es es suyo? ¿Que es de sus consejeros totalitarios cubanos? Ah, bueno, pero igual mis respetos. Primero lanza usted un programa para distribuir alimentos a “millones de venezolanos”. Segundo, y bien solapa, usted se agarra gran parte del mercado, con el pretexto del “precio justo” y “productos regulados”. Los siguientes: aceite, granos, jugos de fruta, pasteurizados, azúcar, café, víveres, pollo (sí, ¡el pollo!), carne de res, compotas, carne de cerdo, leche, cremas para el cabello, quesos, pan, agua, mineral, pasta, cereales, jabón de baño, arroz, sorgo, suavizantes, enjuagues para la ropa, maíz, harina de maíz precocido, crema dental, pescados, champú, desodorante, pañales para bebé, papel higiénico, máquinas para afeitar, limpiadores, cloro, jabón para lavar platos y ceras para pisos.

Tercero, consigue que la escasez sea la preocupación mayor de los venezolanos: van al mercado, por semana, cuatro o cinco veces. Compran enormemente. Además del acaparamiento de mafias, cada familia, para no volver a hacer cola o porque no son abastecidos los mercados, ¡almacenan en casa! Y entonces todo el mundo se dedica al “bachaqueo”. A revender. Felicitaciones. Usted ha querido combatir el capitalismo. Y ha conseguido mostrar el socialismo de la escasez y un curso acelerado de compra y venta, al final de cuentas. Como dicen mis paisanos, nadie sabe para quien trabaja. Usted los ha entrenado en las delicias de la compra y venta. Venezuela, cuando se vaya, será el país más capitalista de Sudamérica.

Venezuela se divide entonces, en tres tendencias. Los que gozan de la bolsa de comida en casa son muy pocos. Los que van al supermercado, y tras colas interminables por horas (las fotos dan la vuelta al planeta), guardan y revenden. Y los que se van de Venezuela. Aquí, en el Perú los recibimos con los brazos abiertos. Han dejado, tras sus espaldas, el deliberado desorden de la economía y la sociedad en Venezuela, y el intento de montar un Gobierno rarísimo, que es un zafarrancho de primera. Aunque ese traje oficial que lleva, señor Maduro, parece el de un líder chino o ruso, francamente es el de un actor estrambóticamente vestido para el drama social de Venezuela.

Venga, Señor. Venga a explicarnos por qué a los venezolanos que compran en los supermercados y no están en las listas de militantes, les toman las huellas digitales. Lo esperamos.

 

Hugo Neira
12 de febrero del 2018

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