Martin Santivañez

Los profetas del odio

Los profetas del odio
Martin Santivañez
18 de marzo del 2016

Sobre la polarización política en España y Perú

Un país dividido es un país enfermo, débil, postrado. La debilidad nacional conduce a la anarquía y esto se traduce, inmediatamente, en ineficiencia estatal. Lo que está sucediendo en España, por ejemplo, es un síntoma claro de la perversión de un modelo democrático que ha permitido que un sector concreto del espectro ideológico, la progresía, fomente de manera impune la más absurda crispación. Visitar la Madre Patria equivale a estudiar la anatomía de la polarización, algo que empezó durante el gobierno de Rodríguez Zapatero y que ha sido fomentado por el radicalismo chavi-leninista de PODEMOS. La ruptura entre las dos Españas se ha profundizado y un nuevo Frente Popular (en el fondo, populista) se empieza a construir para arrinconar al centro derecha del PP reduciéndolo a su mínima expresión.

El odio ideológico de PODEMOS es comparable al antifujimorismo de nuestros caviares. El sistema político español se está desmoronando lentamente. Este sistema, tan imperfecto como complejo, dio cierta estabilidad y generó las condiciones democráticas básicas para que la piel de toro se transforme en una economía competitiva plenamente integrada en Europa. Pero el adanismo de la izquierda ha liquidado este proceso logrando enfrascar a todo el país en un proceso autodestructivo en el que se buscan culpables eternamente, bajo el prurito de la “memoria histórica”, restableciendo una cheka ideológica que predica el odio político y la venganza pública. El radicalismo de los antifujimoristas no solo comulga con los principios de esta izquierda maniquea. También comparte sus métodos de propaganda y el mismo marketing político.

Las campañas maniqueas pueden tener éxito en unas elecciones pero siempre hacen fracasar al país. El odio político de PODEMOS no solo hunde un sistema de partidos; también aniquila a todo el país y lo debilita por años. El antifujimorismo nos trajo a Humala y Villarán. El antifujimorismo aupó a Nadine y a Toledo. El antifujimorismo fomenta la violencia verbal y apaña la violencia política. Sus profetas son harto conocidos. Entre ellos brillan antiguos sirvientes del fujimorismo, hoy reciclados en campeones periodísticos de la democracia. También abundan en su grey, caviares improvisados  (GUZMALA), cripto-chavistas antimineros (Verito) y liberales con una clara agenda gay y abortista. Que en este amplio aquelarre confluyan Vargas Llosa y el MOVADEF nos da una idea de la amplitud de este frente que pretende establecer una línea eterna y divisoria que condene a la mitad del país al silencio electoral.

El fujimorismo cometió graves delitos y muchos errores políticos, pero Keiko Fujimori no es su padre y un tercio del país no puede ser excluido de manera estalinista por los incapaces de siempre. Si la herencia de los profetas del odio es Humala y Villarán, si su legado se reduce a Favre y el lulismo, entonces vale la pena oponérseles frontalmente y denunciar el grave daño que se intenta hacer al país a punta de pedradas e insultos. El odio político tiene que ser condenado y los profetas de la división denunciados y expuestos en su contradicción. El país ya atravesó un largo paréntesis de terror inducido por el maniqueísmo de la ideología. No permitamos que un frente de rencor e incapacidad atente contra la libertad propia de toda democracia. Vamos a unir al Perú en las urnas para demostrar que la ruptura es artificial y que el destino de nuestro país es la grandeza, no la división en dos mitades estériles incapaces de colaborar.

Por Martín Santiváñez Vivanco

Fotografía: Roberto Cáceres
Martin Santivañez
18 de marzo del 2016

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